LA “NORMALIDAD” DE LA MENTIRA
LA “NORMALIDAD” DE LA MENTIRA
Martín Quitano Martínez
Sería una necedad
pretender que el pueblo no puede cometer errores políticos. Puede
cometerlos y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias; pero
comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de
autocracia, estos otros carecen de importancia.
John
Calvin Coolidge
Por la frecuencia con la que
públicamente sucede, se ha convertido en algo “normal”, para muchos, que como
sociedad podamos asumirnos en un proceso político donde se puede mentir sin
disimulo, en una normalidad comodina donde lo sustancial es pasar de largo,
evitar cualquier atisbo crítico para quedar en el frente que corresponda, en la
creencia de los intereses que convengan, asumiendo que sea con tirios o
troyanos, los resultados para el país, para el estado o el municipio, serán los
mismos.
De cara al 2 de junio próximo,
la búsqueda por los votos muestra aún más los problemas y pendientes que se
tienen en nuestro país, en nuestras entidades, con gobernantes y representantes
políticos que, al manifestarse en la competencia electoral, magnifican y
significan los atrasos, las incapacidades que se tienen de la gran mayoría de
nuestra clase política, de nuestros políticos.
Al final, las campañas son el
escenario de la tragicomedia en que vivimos, en la que el acto principal se
brinda con el primer actor de un país que ha demostrado cautivar a grandes grupos
de la sociedad de manera incomprensible, por la saturación cotidiana de
mentiras grandes y chicas, importantes e intrascendentes. En esta puesta en
escena lo primordial es lograr que las simulaciones alcancen estatus de
beligerancia y capacidad para imponerse de manera brutal.
En la cancha de la
polarización presidencial se calculan los debates diarios más en las vísceras
que en los argumentos y no es casual. Es un ejercicio retórico que se modela
desde la perspectiva reduccionista de buenos y malos, calando mucho del debate
nacional, ese que se vigoriza con la ignorancia, con la ocupación de las
mentiras para negar la revisión de los datos y los hechos como base de la
verdad.
Las elecciones del 2024 están
acompañadas de componentes que marcan la complejidad del proceso. Anoto dos de
los muchos que se podrían comentar: el primero, la participación del miedo en
muchos lugares de nuestro país, resultante de vivir en un país que convive con
la violencia criminal, con percepciones muy altas de inseguridad, con miedo por
ejercicios de coerción no solo de poderes fácticos sino también
institucionales, esto último doblemente penoso porque proviene de los responsables
de la seguridad, de los que se asumen “distintos a los anteriores” y que
resultaron peores.
En el segundo componente se
ubica el presunto bajo nivel de participación de un sector de la lista nominal,
de las y los jóvenes que prefieren no mirar o valorar los alcances que se
tienen en la disputa del 2 de junio. Son votantes que no vivieron ni padecieron
la circunstancia del partido único, del poder político que aplasta a sus
adversarios, que combate las diferencias, que domina y ahoga la pluralidad.
La preocupación sobre la
participación o no de los jóvenes en el proceso implica asumir que nuestra
débil condición democrática luchada, peleada por millones a lo largo de años es
desconocida o puede pasar desapercibida de ellos y por ende no valorarse dando
oportunidad a un modelo que en medio de los grandes pendientes y no menores
olvidos que definen nuestros agotamientos democráticos se plantee la
consolidación de la banalización, de políticas extremas y con ello de figuras autocráticas que ya se han mostrado en
medio de sonrisas socarronas ahora particularmente desde palacio nacional.
Ahí están los riesgos de
perder cada vez más la oportunidad de vivir y discutir en condiciones de
libertad, tolerancia y apertura, de hacer valer las diferencias y de
reconocerlas, de contar con pluralidad y respeto de las minorías, de construir
diálogos en apego a las leyes, a nuestra condición republicana de poderes y de
pesos y contrapesos institucionales.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El juez ordena
desalojo, ahora no hay policías para cumplir y sacar a los invasores y
depredadores de los bosques de Coatepec.
X: @mquim1962