La operación Estado de México
Pedro Peñaloza
Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas no vuelven a recobrarse.
Francisco Pi y Margall
1. El desplazamiento de Eruviel. El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, se ha colocado como una pieza accesoria con la intervención del Gobierno federal. Quizá, por este alejamiento de la realidad que ha mantenido el mexiquense, no se ha dado cuenta que ha concluido su ciclo sexenal. En efecto, el arribó de Damián Canales a la secretaria de Seguridad Ciudadana, significa el banderazo para el realineamiento del poder real en dicha entidad. Canales es un personaje que se involucró en el grupo cerrado de Osorio Chong, después de haber estado en la Procuraduría del Distrito Federal.
Es más, Osorio soñó que Canales fuera el comisionado Nacional de Seguridad Pública, no lo logro, dado que Alejandro Rubido pertenece a la nomenclatura de los burócratas de la inteligencia y se ha movido en los sótanos de los espías multiusos que se reprodujeron bajo la influencia de Fernando Gutiérrez Barrios; pero, además esa muy maleable. No perdamos de vista, que el Secretario de Gobernación está convencido que puede ser el próximo candidato del PRI a la Presidencia de República, lo cual requiere colocar a sus cuadros en posiciones influyentes. Peña y su grupo lanzaron a competir a Videgaray y al inquilino del Palacio de Covián. Y ahí los tienen.
2. La meritocracia de Chong y los trueques de favores. El golpe al poder de Eruviel, fue una decisión que implicaba múltiples mensajes. El Presidente no puede permitir que en su entidad persista la ingobernabilidad; tampoco, que se pongan en riesgo los posibles triunfos del PRI en las elecciones intermedias de 2015; pero además, no perdamos de vista que la llegada del actual gobernador fue producto de una accidentada y traumática negociación, en donde salieron lastimados los miembros del grupo cerrado de Peña. Ahora, se ha presentado la oportunidad de lograr regresar la hegemonía al renovado grupo de Atlacomulco.
En esta operación, Chong le brindó los servicios al inquilino de Los Pinos, con en el abierto propósito de facilitar el arrinconamiento de Ávila y tender el puente para entregar el poder directo a Peña y sin obstáculos decida los candidatos para la próxima temporada electoral.
3. Violencia expuesta y violencia oculta. La creciente violencia que se está viviendo en el Edomex no es nueva; en la administración de Peña, el panorama no era mejor. Los feminicidios y las múltiples expresiones de la violencia urbana estaban presentes en la vida cotidiana de la mayoría de los mexiquenses. En aquella época se pusieron en juego diversos superfugios que buscaban minimizar el clima de polarización que se vivía. Con la ayuda del duopolio televisivo y los gacetilleros al servicio del mejor postor, el gobierno del joven imberbe fue blindado y protegido por quienes hoy se muestran sorprendidos y hasta alarmados por los índices delictivos del estado vecino. No hay casualidades, hay causalidades.
4. Los tiempos políticos de la minoría no son simétricos a las angustias de las mayorías. Si observamos la fenomenología del delito y las violencias que se presentan en el Edomex y la comparamos con Michoacán, nos daremos cuenta que la necesidad de la ayuda federal y de la intervención centralista debió legitimarse también desde hace varios meses. La decisión no podía precipitarse, recién había dejado el Palacio de Gobierno Peña Nieto, lo cual hubiese sido un golpe, al menos mediático, de impacto notable. Esperaron a que aumentara el grado de descomposición social para emerger como régimen «salvador». El grupo de Los Pinos no tiene límites para monopolizar el poder. Su límite, es ese, hegemonizar a cualquier costo. Sí, al que sea. ¿Se entiende el nivel de ambición de esta elite?
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