LA POBREZA FRANCISCANA, UN LUJO REPUBLICANO
LA POBREZA FRANCISCANA, UN LUJO REPUBLICANO
(o el
síndrome de María Antonieta)
Por Héctor Guerrero
Desde que ha estado en
campaña, digamos los últimos 20 años, Andrés López dijo que, de llegar a la
silla, aplicaría una política de austeridad para toda la administración
pública.
¿Qué pensarían ustedes si
alguien que vive en un Palacio, les dijera que seas humilde, que te conformes
con lo que tienes, que sólo poseas un par de zapatos, que seas más humano,
solidario, que no seas aspiracionista?
Eso recuerda un poco y con su
debida mesura, a las monarquías de antaño, en especial me remite a una frase,
tristemente célebre, pero que da una idea por dónde anda la mente de aquellos
enfermos de poder.
María Antonia Josefa Juana de
Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia, se
encontraba en sus aposentos del palacio real, allá por el año de 1778, cuando
de repente, gritos de decenas de sus súbditos irrumpieron su tranquilidad, pues
una hambruna azotaba aquel país desde hacía ya varios años y la situación en
aquel momento era poco más que desesperante, pues los campesinos parisinos eran
tan inmensamente pobres que no podían pagarse siquiera una hogaza de pan.
Entonces María Antonieta,
preguntó a sus damas de compañía qué reclamaban y, al responderle que no tenían
pan para comer, ella dijo: “Qu’ils mangent de la brioche” (que coman brioche).
Dicha expresión quedó para la
historia como un ejemplo de frivolidad e insensibilidad ante la desgracia de
sus súbditos.
Y no sólo eso, sino que
confirmó que vivía la reina consorte, en un mundo paralelo inmensamente alejado
de la realidad del pueblo.
A ésta, digamos, condición, se
le conoce como el Síndrome de María Antonieta, a la vida de aquellos
privilegiados que conciben así el mundo, personas que no ven más allá de su
nariz, cuyo nivel de vida es irresponsablemente superior al de la mayoría de la
gente, a los que dicen abanderar, guiar, etc.
Hoy pueden decir lo que
quieran, pero alguien que vive en un Palacio, no se puede considerar gente del
pueblo, es parte de la élite punto.
¿Tenemos en México una
variante del Síndrome de María Antonieta? Sin duda.
En estos días se ha revivido
el tema de la Austeridad Republicana, una ley que fue publicada en noviembre de
2019 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), dicha ley, entre otras cosas,
incluyó la cancelación de pensiones de ex presidentes de la República, se
prohibió la contratación de seguros privados de gastos médicos y de vida y se
limitó la remodelación de oficinas por cuestiones estéticas a las dependencias
y los funcionarios.
Sabemos que el presidente y su
partido no respetan la ley y lo más irónico es que no respetan la ley que ellos
mismos crearon, o lo que es lo mismo “hágase la austeridad, pero en los bueyes
de mi compadre”.
Es curioso como alguien, cuya
constante es violar la ley, que incluso ha dicho frases tan lamentables como
“…Y que no me vengan a mí de que la ley es la ley, no me vengan con ese cuento
de que la ley es la ley”, ahora se ofenda porque ni siquiera sus peleles
respetan sus aberraciones.
“Hay una ley de austeridad
republicana que no se cumple, en franco incumplimiento a la Constitución, a
esta ley de austeridad. Vamos a buscar la forma de presentar una ley de
iniciativa a la ley de austeridad y si procede una nueva reforma a la
Constitución para dejarlo más claro y que no se preste a las interpretaciones
que hicieron en el Poder Judicial de manera leguleya los altos servidores
públicos”, así lo dijo hace unos días, irónico ¿no?.
Pero de verdad la llamada
austeridad republicana ¿es para ahorrar en beneficio del pueblo bueno? ¿O es
que están desesperados porque ya no encuentran de donde sacar dinero para los
megaproyectos faraónicos y las elecciones que vienen? Ustedes juzguen.
La pobreza franciscana que
pregona López comienza con vivir en un Palacio que cuesta a los mexicanos,
mensualmente, seis millones de pesos en nóminas, consumo de energía eléctrica y
agua y a esto le podemos agregar que entre 2019 y 2020, se realizaron varias
remodelaciones, pues tenía 135 años que el edificio histórico no era utilizado
como residencia de algún mandatario.
López cambió los parasoles de
todas las ventanas de Palacio Nacional: 63 carpas repelentes al agua de lluvia
para los balcones del hogar de AMLO y su familia. Alfombras, nuevos muros y un
óleo de Lázaro Cárdenas con un costo de 9 mdp, todo eso y más está disponible
para quien lo quiera investigar, pues yo no estoy inventando nada.
Esos y más son los lujos
republicanos, boletos de avión, ya el Jetta y el Tsuru fueron sustituidos por
camionetas “machuchonas” y así sucesivamente.
Sale a presumir un ahorro de 2
billones de pesos ¿Pero a costa de qué?, pues de dejar de gastar en áreas
prioritarias del estado mexicano como lo son salud, seguridad, educación,
infraestructura y no solo eso, acabó con los fondos del Fondo de Estabilización
de Ingresos Presupuestarios (FEIP). No hay dinero para emergencias, ni para
Pemex, ni para CFE.
El gobierno de López no es un
gobierno austero, ni republicano o monárquico, es un gobierno derrochador, pues
los recursos no se invirtieron en formación de capital humano, en mejorar la
infraestructura existente y crear nueva (no sus caprichos faraónicos), en
seguridad, salud y educación. Hay que checar los datos del INEGI.
El gobierno ya no tiene
dinero, la realidad siempre flota…
Todos los mexicanos hemos
padecido estos 4 años de gobierno desde el más chairo, hasta el más fifí. ¿De
verdad queremos más?
El síndrome de María
Antonieta, es aquí el síndrome del Pejelagarto, sólo que en lugar de que nos
manden a comer Brioche, el pejelagarto quiere mandarnos a todos a tragar
camote.
A María Antonieta se le puede
disculpar, pues tenía 14 años cuando se volvió Monarca.
Todos sabemos en que terminó
la historia.
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero