El Valor de Nuestra Gente

La renovación de la política

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Linda Rubi Martínez Díaz

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El quehacer político tiene múltiples actores y facetas, aun cuando la mayor parte de las democracias actuales se decantó hacia la tendencia partidista como vehículo oficial para generar propuestas hacia el bien común. Esta orientación, generada hace algunos años para buscar la profesionalización y tecnificación de lo político, se  ha consolidado gracias al triunfo ideológico del normativismo. Sin embargo, así como es siempre sugerente tirar la escalera después de haber subido algún peldaño, es posible que en estos momentos estemos anclados en un estancamiento político, pues lo que en otros años fue punta de lanza de la construcción de nuestro país, hoy necesita evolucionar hacia otras formas de hacer política, con nuevas asociaciones y actores.

                Gracias a la reforma política que ya se estará implementando en las elecciones que vienen, los mecanismos de participación ciudadana se han ampliado para dar lugar a una efectiva sociedad civil, libre de manipulaciones mediáticas pero también con nuevos vehículos propositivos. Es así como en algunos lugares se han inscrito candidatos ciudadanos, así como también se han dado reformas al interior de los partidos, los cuales con el objetivo de acercarse más a las necesidades de la gente, han buscado renovar sus cuadros, su forma de convencer y sus propuestas.

                Los partidos políticos aún son necesarios para ayudar al electorado a sopesar las tendencias de cada grupo. Así es más fácil identificar qué tipo de defensa ofrecerían en un tema controversial. Sin embargo, así como hay demandas estancadas durante años, también se van creando nuevas necesidades sociales. Y de la misma forma, quienes ya no pueden dar respuesta o solución a dichos pendientes, o tienen una visión política guiada por sus intereses privados, deberían dar lugar a quienes tienen las herramientas para el verdadero cambio social.

                No con esto quiero definir que solo los jóvenes podemos dar respuesta a nuestro presente, pues a veces nuestros padres y abuelos son los que mejor pueden darnos una respuesta contextualizada de nuestro futuro. La intolerancia y la ineptitud política se dan en todas las generaciones. A veces sorprende que no todos los jóvenes tienen el ímpetu del cambio, sino que aprovechan su circunstancia familiar o por amistad para comprar puestos políticos (como si fuera un juego personal decidir los destinos de los más desprotegidos); y por otra parte, muchos políticos que iniciaron desde abajo y tienen una carrera forjada por el propio esfuerzo, son los más sensibles con las necesidades de la gente porque vienen de ellos.

                Se discute muchos sobre la renovación de los partidos pero se olvida que la gente experimentada ya tiene respuestas que no deben pasarse por alto. Creo que nuestro criterio para elegir quien es la persona adecuada para dirigir nuestros destinos debe basarse en su capacidad de solución y propuesta. Y a quienes ya tuvieron la oportunidad para representarnos y aun siendo jóvenes, se dedicaron a proponer cosas intrascendentes en lugar de algún beneficio común, deberíamos invitarles a dejar sus aspiraciones personales para apoyar a quienes realmente lo merecen. Eso, sería un gesto político formidable.

                Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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