La risa de la DEA
La risa de la DEA
Pedro Peñaloza
“Aquellos que nada han
aprendido no han olvidado nada”.
Charles Louis
Etienne Chevalier
El pasado nueve de
diciembre la Cámara de Senadores y, después, la Cámara de Diputados, aprobaron
una serie de reformas a la Ley de Seguridad Nacional acerca de los llamados
“agentes extranjeros”. Dichas reformas pretenden regular la presencia de
oficiales foráneos en territorio mexicano. Ahora, su estancia estará sujeta a
la autorización del gobierno mexicano y deberán realizar “intercambio de
información” con las autoridades locales. Asimismo, estará prohibido realizar
detenciones o cualquier acción que ponga en riesgo su integridad y carecerán,
también, de inmunidad diplomática.
Parece loable la
iniciativa, pero, no deberíamos ser ingenuos, al menos no en este caso. Es
visible, más allá de reflejos de nacionalismo primario, que en esta iniciativa
presidencial subyace la sombra del caso del general Cienfuegos. La jerarquía
castrense no quiere otra sorpresa y una medida preventiva es exigir conocer los
pasos de las cofradías de inteligencia gringas, que, aunque la iniciativa no
personifica, es obvio que está dirigido a los vecinos del norte.
Sin embargo, un poco de
memoria nos ayudaría a contextualizar el tema. La relación de las agencias
estadounidenses con la delincuencia y los grupos policiacos mexicanos ha sido
una práctica cotidiana. Sólo hagamos referencia a la larga cercanía con Félix
Gallardo y su “Federación” y el caso “Enrique Camarena”, como un ejemplo sólido
y simbólico; no olvidemos, tampoco, los episodios de la detención del “Chapo”
Guzmán en 2014 y la ejecución de Arturo Beltrán Leyva, en 2009, donde en ambos
casos se documentó la presencia de agentes de la DEA en dichas acciones. ¿No
fue la propia DEA la que avisó de la ubicación de Ovidio Guzmán?
Como ironía de la legislación citada,
precisamente en estos días, como lo difundió el periódico Milenio (14/12/20,
p.6), la DEA está solicitando mayor presupuesto para más agentes y un avión
King Air 350 por 9.2 millones de dólares, que será usado para labores de
vigilancia e investigación para combatir a los cárteles mexicanos y en otros
países de la región; igualmente, se considera una partida por 7.7 millones de
dólares para el financiamiento de células de policías infiltrados en el crimen
organizado, conocidas como “Unidades de Investigaciones Sensibles” y que operan
desde hace 20 años en México y Centroamérica. Así, como, otros instrumentos de
intervención y compra de informantes.
¿Algún ingenuo cree que
los gringos compartirán los datos específicos de las mencionadas operaciones?
La DEA y otras agencias sólo sonreirán ante las nuevas reformas y Biden quizá
fruncirá el ceño y tomará nota. Veremos las consecuencias prácticas.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz