LA SALA MANUEL M. PONCE

                Don Adamo Boari, consigue graduarse de Arquitecto en la Universidad de Ferrara en 1886; posteriormente en la de Bolonia, adquiere el título de Ingeniero civil. Con ambas carreras, se nutrió de toda la tradición modernista generada en Francia, Austria, Hungría y Alemania.

                Su talento lo empeñó en su propio país, donde en muy poco tiempo adquirió fama internacional, logrando, en la última década del decimonónico, aplicarse en Brasil, Uruguay, Argentina y los Estados Unidos, primero en Chicago y después en la ciudad cosmopolita de New York.

                Don Porfiado Díaz —su descubridor—, le facilita el ejercicio libre de su profesión, al revalidarle su título y encargarle varios proyectos de suma importancia, exonerándolo de “caerse muerto” con el diezmo. Don Adamo, edifica su propia “casa blanca”, en la esquina de Veracruz y Jalisco (hoy Insurgentes y Álvaro Obregón) de la colonia Roma en la capital del país, y utiliza 5 años para diseñar y construir “la joya dorada” de su corona, o sea El Palacio de Correos, inaugurado en 1907, aunque de Cananea y Río Blanco, ni cartas mandaban.

                El amado Adamo, dedicó toda su sabiduría al edificio del Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes, proyecto iniciado en 1904, no pudiendo ver su consumación, ya que el “billete etiquetado” de ese rubro, fue desviado favoreciendo a las tropas protectoras del dictador, en la víspera de los chingadazos y de su renuncia.

                El Teatro Nacional quedó abandonado durante casi veinte años; el “nopalito” Ortiz Rubio, le puso empeño, pero después del balazo que le tumbó la oreja, dejó abandonada hasta la silla de la “aguilota”. Alberto J. Pani, flamante Secretario de Hacienda, de Abelardo L. Rodríguez, gira el chequesote al arquitecto Federico E. Mariscal, para que “de una vez por todas, se e strene el PALACIO DE BELLAS ARTES”. ¡Orden cumplida!.

                Hoy en día, la SALA MANUEL M. PONCE, como parte de este monumental recinto, es un homenaje que hace el pueblo de México, a este vasto compositor, guitarrista y pianista zacatecano, fallecido un 24 de abril pero del año de 1948 cuando contaba con escasos sesenta y cinco años de edad.

                Amigos, recuerden que “el que no tiene opinión, se aprende cualquier canción”. Que tengan feliz fin de semana y por ahí del lunes nos estaremos saludando.

                ¡Ánimo ingao…!

                Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz