La soberbia presidencial
La soberbia presidencial
Pedro
Peñaloza
“Hay que olvidar la lógica maniquea de verdad y
mentira,
y centrarnos en la intencionalidad de quienes
mienten”.
Jacques Derrida
Andrés Manuel López Obrador puede, sin ningún
freno, emitir un mensaje donde festina que un partido, México Libre, no obtenga
su registro legal. Sin embargo, ¿debe hacerlo? ¡Claro que no! Esa no es su
función como titular del Ejecutivo federal. Lejos de ello, su papel es
garantizar que los partidos en particular y los ciudadanos en general ejerzan
sus derechos a plenitud.
Con ese desplante, AMLO corroboró su intervención
en los comicios del año próximo. Así, queda evidenciada su escasa vocación
democrática y, al mismo tiempo, exhibe su vena autoritaria que le da la
potestad de escoger qué organismo partidario “merece” participar en las
elecciones. En contraste, el tabasqueño no emitió su opinión en relación a la
obtención del registro de un partido abiertamente confesional como Encuentro
Solidario.
Es evidente que el inquilino del Palacio Nacional
está nervioso por la posible pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados.
Los vientos de crisis en su partido podrían influir en el descalabro. Su
anuncio de que será “vigilante del proceso electoral”, implica algo más que un
rasgo de “pulcritud democrática”. Después de su arrebato autoritario del fin de
semana, no queda duda que podríamos llegar a un proceso electoral con
elecciones cuestionadas por el propio presidente de la República, que quizá
riñan con los resultados del INE.
La prepotencia presidencial, encubierta de celofán
democrático y de respeto a las garantías, es cada día más preocupante. Sus
diarias homilías son afrentas a la pluralidad y a la diversidad. Y no se trata
simplemente de opiniones, sino de ataques a quienes piensan o escriben distinto
a su conducción política. Y lo hace desde cadena nacional, lo cual entraña un
evidente abuso de poder.
Y conste que no se trata de descubrir los reflejos
despóticos de un añejo poder presidencial ya remiso en nuestra historia, sino
que estamos en presencia del comportamiento de un líder que padeció los golpes
de una clase política dominante intolerante y que hoy reproduce el tabasqueño.
Preguntémonos, ¿por qué AMLO no promovió una
reforma para asistir a debatir el informe presidencial en el Congreso de la
Unión si está a favor de la discusión? Ese no es su interés. Su especialidad es
denostar sin derecho a réplica. Le incomoda la polémica directa. La soberbia se
ha convertido en la categoría dominante del lenguaje presidencial. El ADN del viejo
PRI cabalga de nuevo, pero ahora con una armadura de presunta izquierda. La
batalla será dura, mas no imposible.
pedropenaloza@yahoo.com/ @pedro_penaloz