LA SSP EN TIEMPOS DE CÓLERA
LA SSP EN TIEMPOS DE CÓLERA
Por Edgar Hernández*
En complicidad añeja con la
Fiscalía General del estado, la Secretaría de Seguridad Pública se ha
convertido -vía la hermandad que la gobierna- en el ente represor de la
ciudadanía, fuente de negocios y corruptelas de los altos mandos, sede de
tráfico sexual y centro de operación electoral para el 2024.
Del 2018 a la fecha la SSP ha
cobrado singular celebridad por ser el brazo represor y consumación de
venganzas personales de Cuitláhuac García.
En la tapadera de ilícitos
criminales que desean disfrazar, sea por compromisos con el crimen organizado,
sea por los encarguitos del gober para llevar a prisión a sus enemigos
políticos con auxilio de la Policía Ministerial.
Para nadie es un secreto que
la FGE que encabeza Verónica Hernández ha violado de manera repetida los
derechos humanos de gente inocente. Están documentados casos de violaciones no
solo de famosos como José Manuel del Río Virgen o Rogelio Franco, sino de
alcaldes y ciudadanos retenidos ilegalmente por meses y años.
La Comisión Nacional de
Derechos Humanos ha venido tomando nota de violaciones sexuales cometidas por
ministeriales, torturas y desapariciones forzadas, por ello la Fiscal será
citada por el Senado de la República los próximos días.
Aquí lo grave del maridaje
SSP/FGE está en el tratamiento, por encargo, que tienen en especial contra las
mujeres que caen en sus manos por acciones delictivas o por esa terrible
casualidad de estar en el lugar y momento equivocados.
El pasado fin de semana llamó
de manera singular la historia de una mujer violentada por elementos de
Seguridad Pública que, si bien y de manera afortunada no termina de manera
trágica, no deja de ser importante por la consigna que traen los gorilas de la
SSP de violentar a las féminas.
Esta es la historia titulada:
“Fui parte de una cuota”, relato de una prestigiada Odontóloga jalapeña que
narra su detención arbitraria misma que reproduce el portal “La Silla Rota”:
“Karen fue golpeada y
torturada en la batea de una patrulla de la SSP, y posteriormente ingresada al
cuartel de San José, en Xalapa, donde policías mataron a golpes a dos hombres”.
“¿Por qué me detienen?”,
gritaba Karen Rodríguez Fitz con el poco oxígeno que quedaba en sus pulmones.
La bota de una policía oprimía su pecho mientras otra uniformada la esposaba
sobre la batea de una patrulla.
Había un tercer oficial, un
hombre, que hacía llamadas para encerrar a la odontóloga de 34 años y hacer
perdedizo su vehículo.
“Todo comenzó la madrugada del
pasado domingo 12 de marzo. Karen convivió con su amigo Édgar en un bar de Xalapa
y al final se ofreció a llevarlo a casa en su carro”.
“A mitad de camino, sobre la
avenida Lázaro Cárdenas, se percató que necesitaba combustible, así que enfiló
hacia la gasolinera Ferche Gas sin percibir que una patrulla la escoltaba
sigilosamente”.
“Eran tres policías con
uniformes azules los que se acercaron al vehículo, un Kía Forte color blanco.
Me dijeron que mi actitud era sospechosa y que abriera la cajuela, me negué”.
“La respuesta fue violenta.
Las dos oficiales -una de ellas con pasamontañas- se abalanzaron en mi hasta
llevarme sometida a su patrulla”.
«Me aventaron a la batea;
yo intento que no me pongan las esposas y comienza una mujer a aplastarme las
espinillas y a decirme que me calle. A
mi amigo se lo llevaron hacia un X24 -al interior de la plaza-, pero por más
que le gritaba no pudo grabar por los nervios”, dice la mujer que ahora cubre
su rostro con gafas por temor a represalias.
Sobre la batea la violencia no
cesó hasta que las dos policías se cansaron.
“Me aplastaban con fuerza las
espinillas; yo pedía que pararan porque me estaba doliendo, una de las policías
comenzó a presionarme con su bota entre mis senos y yo le decía que parara
porque me estaba lastimando, me estaba doliendo mucho. Me quedé sin aire y como
pude les exigí que me dijeran sus nombres, ninguna de las dos tenía sus nombres
en el chaleco”, relata Karen Rodríguez mientras las lágrimas la invaden.
Una vez sometida la víctima
fue llevada a San José.
Este inmueble acumula dos
recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) tras
acreditarse que dos hombres, remitidos a ese lugar por cometer faltas
administrativas, murieron a golpes provocados por policías del Estado. En
materia de derechos humanos, los dos hombres fueron víctimas de ejecución extrajudicial.
Ahí, Karen escuchó que con su
detención “se cumplía la cuota del día”.
La cuota de detenciones es un
término que ha sido acuñado por ciudadanos, haciendo referencia a un número de
detenciones que presuntamente es exigido a los policías por sus mandos
jerárquicos, hecho que nunca ha sido reconocido por las autoridades del
gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
No reconocido, pero que es una
práctica común.
De madrugada, Karen fue
ingresada al cuartel de San José. Le dijeron que sería revisada por una
doctora, entonces pensó que se entrevistaría con una profesional de la medicina
en quien podía confiar.
“Yo me quejé con la doctora de
que me habían lastimado las espinillas, de que me habían agredido, y ella lo
único que hizo fue burlarse con dos policías presentes”.
La odontóloga fue ingresada a
una celda donde había otras cuatro mujeres. Había dos opciones para las cinco
detenidas, esperar de pie hasta que algún familiar fuera por ellas o sentarse
en el suelo, con vómito y orines que se filtraban por los barrotes de la celda
hasta el pasillo.
Hasta aquí parte del relato
que publica “La Silla Rota”, que no revela más allá de lo que estamos expuestos
usted y yo cada vez que salimos a la calle y nos encontramos con la
delincuencia vestida de uniforme.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo