LA TRAGEDIA CUBANA
LA TRAGEDIA CUBANA
Uriel
Flores Aguayo
Es tan
dolorosa y absurda la realidad de Cuba, que solamente se puede definir como
trágica. Lo es en doble espacio: economía y política. Su estatismo es inviable
y únicamente trae pobreza; los antecedentes mundiales deberían ser suficientes
para dejar ese modelo que no funciona. Su régimen político dictatorial ahoga la
libertad e iniciativa de su sociedad; únicamente se sostiene con represión para
el disfrute de una cruel gerontocracia.
Son ya
65 años de una experiencia que inició utópicamente y terminó en tragedia
humanitaria. La revolución de ayer se transformó en una dictadura. No deja
margen de esperanza para su juventud que huye a la menor oportunidad. En los
últimos dos años han emigrado casi un millón de cubanos. Es impactante. No
tienen futuro en su país.
Ni el
adoctrinamiento, ni la propaganda, ni el discurso de odio, ni la búsqueda de
culpables externos justifica la ineptitud y la voraz corrupción de los que se
auto nombran revolucionarios. La falta de alimentos y servicios básicos, como
la luz eléctrica, se atribuyen a un imaginario bloqueo estadunidense; no hay
tal. El gobierno gringo mantiene un embargo que exceptúa alimentos y medicinas.
La dictadura cubana podría comprar lo que quiera en cualquier lugar del mundo,
el problema es que no tiene divisas.
En
algo sigue siendo exitoso el gobierno cubano: conseguir apoyos de gobiernos que
lo requieren para disfrazarse de seudo revolucionarios. Es el caso del nuestro.
Cierra los ojos a la represión cubana y le regala millones de dólares en la
contratación innecesaria de médicos y compra de vacunas caducas; además de
regalarle petróleo y otros productos. Es difícil que no se revuelva el estómago
con la retórica que envuelven esas transacciones.
Entre
la antigua izquierda todavía hay quienes apoyan incondicionalmente al gobierno
cubano. Nunca se actualizaron ni hicieron auto crítica. Siguen con las viejas
consignas anti imperialistas tan de mentiras que ni siquiera en Cuba se
sostienen realmente en la población. Están en la propaganda oficial. Cierran los
ojos a la represión, falta de libertades y a la dictadura. La pregunta es si
todo es por cegera ideológica, ignorancia o mala fe. Es prácticamente imposible
que no se den cuenta de la tragedia cubana y el papel criminal de la dictadura.
Los más veteranos tal vez se aferren a esa utopía de papel, a seguir creyendo
en algo; tal vez les resulte traumático e imposible aceptar la realidad.
Quieren morir con alguna ilusión. Hay que decirles que son cómplices de la
dictadura, que no existe nada que defender, que se ha alargado demasiado el
sufrimiento del pueblo cubano en manos de un grupo tiránico. No deben seguir
simulando y jugando a la solidaridad revolucionaria con efectos crueles en
seres humanos. Finalmente contribuyen a la agonía cubana.
Es
obvio que el modelo cubano está en crisis desde hace varias décadas y que es
inviable. No funciona el estatismo. No tiene futuro. Tampoco se ven intenciones
reformistas, de abrirse a la realidad mundial. Ni siquiera al capitalismo de
Estado tipo China o Rusia. Cuba no produce siquiera lo que consume y no tiene
recursos energéticos, a diferencia de los países mencionados y Venezuela. Es
una isla empobrecida por el modelo estatista y las irracionales políticas de la
gerontocracia que la dirige. La dictadura es dueña del país y ahoga el mínimo
atisbo de libertad con violencia y cárcel.
Es
implícito un cuestionamiento moral para quienes apoyen a ese grupo de
represores y farsantes; no merecen ninguna concesión quienes ayuden a sostener
un gobierno despótico que abusa de sus ciudadanos. No hay medias tintas en este
caso.
Es tan
desastrosa la situación económica en Cuba, que puede ocurrir un colapso
gubernamental. Sus habitantes ya no tienen nada que perder. Escuchar a Díaz
Canel es comprobar que no tienen intención alguna de reformar; tienen pavor de
abrir un poco el sistema y que se les venga encima.
Duele,
es triste la realidad de los cubanos, sobre todo su niñez y juventud, que están
pagando con hambre y carencias, casi esclavitud, la ambición y el poder de un
grupo de lunáticos.
Difícil
su futuro. Algo ayuda no seguir apoyando a la dictadura, por acción u omisión.
Recadito:
en el transporte público de Xalapa, se ve el nivel de los gobiernos.