La ultraderecha que se asoma
El desafortunado
“affaire” del grupo legislativo del PAN en el Senado con el dirigente del
partido de la extrema derecha española VOX, Santiago Abascal, va más allá de ser
un mero “resbalón” del coordinador de la bancada, Julen Rementería del Puerto.
En los hechos,
significó algo así como la presentación en público de una corriente política
que opera generalmente en la sombras –aunque se ha dejado ver bastante en
fechas recientes- y que tiene larga data en México, donde encuentra respaldo
entre los sectores de la población que sí son verdaderamente conservadores –no
como los “infiernitos” que suele quemar la “4t”- y que son, además, dominantes
en algunas regiones del país, como el Bajío y el norte.
Tradicionalmente,
esos grupos han buscado acomodo político en partidos como Acción Nacional,
aunque nunca han estado realmente convencidos de sus ideas y postulados, a los
que consideran “tibios” en comparación con los posicionamientos mucho más
radicales que enarbolan en materia social, económica, política e incluso
religiosa.
Precisamente esa
intransigencia y radicalismo que los hace rechazar de plano y sin posibilidad
de mediación ni tolerancia alguna agendas como la de los derechos
reproductivos, la libertad de elegir de las mujeres, los derechos humanos y de
libre tránsito de los migrantes, las uniones legales entre personas del mismo
sexo, entre otros temas, los ha marginado en varias ocasiones de los partidos
de masas en México, encontrando espacios en institutos políticos que no han
logrado mantener su registro por mucho tiempo, pero que les permiten sacar a la
luz ideas que no necesariamente concitan un rechazo generalizado.
No es raro que sea
durante un gobierno pretendidamente de izquierda que hayan decidido activarse
de manera más audaz en México, invitando al líder de un partido que en España
se considera heredero de una dictadora católica fascistoide como la franquista,
que tiene acercamientos con otros partidos europeos cuyo perfil es más afín con
la xenofobia nazi que con la democracia cristiana, y que además representan
intereses económicos muy poderosos de empresas que hacen negocios a nivel
mundial en rubros como la construcción y la energía.
Y decimos que el de
México es un gobierno pretendidamente de izquierda porque en muchos temas
coincide con esa derecha rancia y extrema, dada la filiación a una confesión
cristiana de su líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, misma que lo
llevó a pactar con la derecha evangélica desde la campaña de 2018, y sin
tantita pena por ello.
Pero como Morena es
una mezcolanza promiscua de ideologías y posturas políticas, en donde lo mismo
se encuentran nacionalistas “globeros” que “comunistas” de Starbucks, “izquierdistas”
de Chanel y algunos marxistas verdaderamente creyentes de la lucha de clases y la
toma por la fuerza de los medios de producción, estos grupos del ala extrema
derecha han encontrado el pretexto perfecto para salir a la “defensa” de la
“vida, la familia y la propiedad privada”, como gustan rubricar sus consignas.
A esos grupos
pertenece Christian Camacho, a quien se ha subestimado como un simple “community
manager” sobre el que los panistas -y en especial Julen Rementería- cargaron las
culpas del autoasumido “error” de reunirse con Santiago Abascal. Pero ese
personaje pertenece a esos grupos que, en su caso específico, desde Veracruz
impulsan las agendas antiderechos y protofascistas de las que se sienten, sin
dudarlo, orgullosos. Casi como si fuesen “cruzados de la fe”. Y no es
exageración.
Esos grupos ya
trajeron a Veracruz en 2018 a representantes de la extrema derecha sudamericana
como Agustín Laje y Nicolás Márquez para promover libros en los que atacan especialmente
las agendas de género, derechos humanos y de todo lo que ellos ven como
sinónimo de “progresista”. Y que además creen que son promovidas por el actual
régimen que, en realidad, puede ser tan conservador como ellos. Ellos invitaron
a Abascal.
La ultraderecha se
asoma en México y seguramente buscará crear un partido político en el que pueda
dar rienda suelta a sus ideas y buscar posiciones de poder. Por lo pronto,
generaron atención mediática y política. Y tienen a su disposición gran
cantidad de recursos económicos y el apoyo del clero. ¿Quién buscará ser el
“Bolsonaro” mexicano?
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