La violencia criminal toma el control en Veracruz
La violencia criminal toma el control en Veracruz
Por Aurelio
Contreras Moreno
Atrapado en su propio laberinto de contradicciones, sin
ejercer el poder realmente y copado por los grupos dentro del lopezobradorismo
que en realidad toman las decisiones, al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac
García Jiménez, el estado se le va de las manos en medio de la violencia.
En menos de una semana, ocurrieron tres asesinatos de
índole política que han puesto contra la pared y en entredicho al gobierno
veracruzano: el 11 de febrero, fue asesinado a balazos Gilberto Ortiz Parra,
precandidato de Morena a la presidencia municipal de Úrsulo Galván, luego de
ser interceptado por un grupo armado de camino a una reunión con simpatizantes.
Al amanecer de este lunes 15 de febrero, corrió la
noticia de la salvaje ejecución de la ex alcaldesa y ex diputada local priista
por Cosoleacaque, Gladys Merlín Castro, y de su hija Carla Enríquez Merlín,
quien era precandidata de Morena a la misma alcaldía que su madre encabezó hace
poco más de una década.
Ambas se encontraban en su domicilio particular en aquel
municipio del sur del estado, al que durante la madrugada ingresaron los
sujetos armados que les dieron muerte. A la ex edil y ex legisladora, además, con
una particular saña.
Estos crímenes se suman a una ya larga cadena de
asesinatos políticos acontecidos durante el actual sexenio para los cuales, el
gobierno de Cuitláhuac García no ha tenido más respuesta que el lugar común:
“no habrá impunidad”, “se investigará hasta sus últimas consecuencias”, “ya se
acabó la corrupción” y demás frases vacías que ya no pueden ocultar lo que es
claro a todas luces: la total incapacidad de la presente administración estatal
para encarar cualquiera de los problemas que asuelan a la entidad. Incluso, los
que le afectan directamente.
Apenas la semana pasada también, casi al mismo tiempo que
Gilberto Ortiz Parra era emboscado en Úrsulo Galván, en el municipio de Orizaba
–el que más desarrollo ha alcanzado de todo Veracruz en la última década, por
mucho- una patrulla de policías estatales fue atacada a balazos a plena luz del
día. El saldo fueron tres uniformados muertos, entre los cuales se encontraba
una joven que recién se había graduado de la Academia de Policía.
Pero en lugar de realizar una verdadera investigación para
fincar responsabilidades de manera efectiva y en el marco de la legalidad, el
gobierno de Veracruz, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, prefirió
buscar venganza y este fin de semana, mediante un operativo sorpresa, tomó el
control de la fuerza policial en esa ciudad y desarmó a los efectivos
municipales, dos de los cuales fueron detenidos y luego puestos en libertad,
mientras acusaban tortura.
No es que a la policía orizabeña la integren “hermanas de
la caridad”. Ampliamente documentados están los abusos en los que ha incurrido
a lo largo del tiempo, especialmente cuando la comandaba el oscuro Juan Ramón
Herebia. Sin embargo, la precipitada actuación de las fuerzas estatales lo que
único que logró fue victimizar y muy seguramente alertar a los probables
homicidas de los elementos estatales.
Así podríamos enumerar más casos de cómo la violencia
criminal se extiende y toma el control en vísperas de las elecciones en las que
en Veracruz se renovarán los 212 ayuntamientos, lo cual reviste de especial
interés para los grupos delincuenciales pues su radio de operación es,
precisamente, a nivel municipal.
Mientras eso sucede, en el gobierno de Cuitláhuac García
no son capaces siquiera de mantener la cadena de custodia de las evidencias de
los crímenes, como quedó demostrado con la filtración a los medios de
comunicación de las fotografías de los cadáveres de Gladys Merlín y Carla
Enríquez, todavía inertes y ensangrentados en su domicilio particular, a donde
únicamente ingresaron policías.
Y todavía no han iniciado formalmente las campañas.