Crónica Coatepecana

LAS CABAÑUELAS Y LA CONCEPCIÓN DEL TIEMPO EN LA REGIÓN COATEPECANA

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Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

Cronista de la ciudad de Coatepec

 

La concepción del tiempo determina una serie de prácticas culturales desde tiempos muy tempranos, su origen se pierde en el tiempo mismo, quizá cuando el hombre tuvo conciencia de sí mismo, e interpretó los cambios de su entorno. La observación de los movimientos estelares y sus evoluciones en relación con el espacio; ya sea a partir de las salidas u ocultamientos del sol, o las transformaciones cíclicas de la luna, que fueron determinantes para el desarrollo de calendarios, e incluso aplicados en la planificación de sus asentamientos y/o construcción de edificios dedicados al culto.

            Los calendarios le permitieron al ser humano tener un seguimiento de los movimientos periódicos de los cuerpos celestes, el desarrollo mismo de los seres de la naturaleza, así como los tiempos específicos para llevar a cabo toda una serie de prácticas culturales entre las que destacan las cuestiones religiosas, actividades político-económicas, las de carácter augúrico, así como especificar los tiempos en relación con el “tonamitl, días de siembra”, entre otras acciones.

            También la observación meticulosa de ciertos fenómenos naturales; en lo referente al comportamiento de los animales y las variaciones en el desarrollo de las plantas, le permitió al hombre establecer una serie de asociaciones y predecir determinados cambios en relación con la propia naturaleza y los seres que le habitan. Conocimiento empírico que se transmite de forma oral y/o escrita entre las generaciones de las diversas sociedades del orbe. En el caso de la sociedad coatepecana, el conocimiento adquirido a partir de la observación del acontecer de su entorno, le permitió fundamentar dentro de la tradición oral, toda una serie de prácticas culturales como por ejemplo: el predecir cuándo va a caer granizo con solo mirar las nubes y sentir la temperatura ambiental, o los cambios climáticos de acuerdo a la hora que cantan los gallos, e incluso el anuncio de lluvia determinado por el comportamiento de las hormigas, entre otros referentes naturales.

            Entre las diversas prácticas culturales, destaca el determinar las condiciones climáticas que predominarán en los siguientes doce meses del año en curso, a través de la interpretación de las llamadas “cabañuelas” durante el mes de enero. Algunas personas interpretan las condiciones meteorológicas que prevalecerán durante todo el año, con solo poner atención al comportamiento del clima durante las primeras horas del día primero de enero. Mencionan los informantes que “si amanece despejado y aunque haga frio”, entonces predominará la temporada de calor durante todo el año, caso contrario si amanece nublado, frio y lloviznando, entonces imperará la temporada de aguas.

            En particular cada uno de los primeros doce días de enero, se van asociando con los doce meses del año; de tal forma que las condiciones climáticas de cada día determinarán las características que prevalecerán en cada mes. Mismo orden que se invierte del trece al veinticuatro de enero, así tenemos que el día trece corresponde a diciembre, el catorce a noviembre, hasta llegar al día veinticuatro que determina las condiciones meteorológicas de enero.

            Entre el veinticinco y treinta de enero, nuevamente se identifican los ambientes climáticos de los meses pero por pares, por ejemplo: el veinticinco corresponde a enero – febrero, el veintiséis a marzo – abril, hasta llegar al treinta que concierne a noviembre – diciembre, y ya para el día treinta y uno, se determinan las condiciones en dos horas para cada mes.

            Las generaciones actuales quizá no le encuentren importancia, al modo relativo de pronosticar los contextos meteorológicos para el año, pero en el pasado cuando la base económica se sustentaba en la siembra de maíz, frijol y otros productos agrícolas a nivel regional, el campesino utilizaba los referentes climáticos para organizarse en el cultivo de sus tierras, específicamente porque dependía en buena medida para subsistir del óptimo desarrollo del ciclo agrícola. Razón por demás para sopesar la importancia y trascendencia de las “cabañuelas” en el pasado y su pervivencia hasta el presente en la tradición oral a nivel regional.

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