LAS DESCALIFICACIONES CONTRA PEPE YUNES SOLO SON “DERECHO DE RÉPLICA”
LAS DESCALIFICACIONES CONTRA PEPE YUNES SOLO SON “DERECHO DE RÉPLICA”:CGJ
Por
Edgar Hernández*
En
Veracruz se han contado infinidad de historias de gobernantes rateros, otras de
borrachos o mujeriegos; también de criminales e insensibles al dolor humano,
pero historias de tontos han sido muy pocas y no hay quien le gane a Cuitláhuac
García Jiménez.
El
gobernante saliente en mucho recuerda a Paul Tabori en su título “La Estupidez
Humana” cuando sostiene que:
“Algunos
nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, pero hay individuos a
quienes la estupidez se les adhiere y es que la mayoría son estúpidos no por
influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos, son el resultado de un
duro esfuerzo personal de hacer el papel del tonto. En realidad, algunos
sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en
saberlo”.
Cuitláhuac,
como en algún momento escribió Raymundo Rivapalacio, en su columna
periodística, “no es más tonto porque no tiene más horas el día”.
A lo
largo de cinco años se convirtió más allá de mantenerse como uno de los peores
gobernadores a nivel nacional como el hazmerreír nacional.
Es el
que organiza marchas con ataudes en la Suprema Corte, el que se pone una
pañoleta para verse guapo, el de la Jarana que no sabe ni como se usa, el que
ve trenes aéreos, el mismo que ¡insólito! habla con faltas de ortografía.
Cómo
olvidar su cantadito sonsonete nada típico de los jalapeños y sí muy parecido
al del Peje -el mismo que ahora Claudia Sheimbaun usa-, su juego de palabras
cantinflesco, sus argumentos bobos y ¿Cómo pasar por alto sus célebres
berrinches en donde le da por insultar a las mujeres periodistas?
Inolvidable
la defensa de su nepotismo, sus clases de cocina y burlarse de los opositores
no sin antes, si puede, meterlos a la cárcel.
Esa es
su estilo. Es su forma de vida.
Así
llegó al poder, al amparo de un tonto mayor, sin pensar en el enorme daño que
le provocaría a 8 millones de veracruzanos.
Afortunadamente
no hay mal que dure un sexenio y el de Cuitláhuac está por fenecer.
No
pierde, sin embargo, la oportunidad de recetarnos su sabiduría.
La que
manifiesta con el pecho erguido. Es la estupidez, que reviste formas tan
variadas como el orgullo, la vanidad, la credulidad, el temor y el prejuicio.
Por su
trayectoria ha sido blanco fundamental de los moderadores de opinión
convencidos de que ha sobrevivido a millones de impactos directos, sin que
éstos le perjudiquen en lo más mínimo.
Su
último lance no tiene desperdicio.
Acusado
de injerencia electoral y pese a que están documentadas sus descalificaciones,
se dice respetuoso de todas las expresiones políticas. Se burla del PRI cuando
lo acusan de amenazar alcaldes, “¿Todavía les quedan?”, ironiza y no deja pasar
su filosofía chaira al señalar que las descalificaciones contra Pepe Yunes son
“Derecho de Réplica”.
¿Derecho
de réplica?
Tan
fácil que su asesor de cabecera Esteban Ramírez Zepeta se hubiera echado un
clavado al diccionario -el que todo mundo trae en su celular- y explicarle que:
“El
derecho de réplica, también conocido como derecho de rectificación o respuesta,
es un derecho individual que puede ejercer toda persona que se considere
afectada en su derecho o reputación, por informaciones difundidas que considere
agraviantes”.
Mientras
que “descalificar”, según el Diccionario de la Lengua Española es
“desacreditar, desprestigiar, denigrar, difamar, desautorizar, incapacitar,
inhabilitar, invalidar, anular, insultar y ofender”.
“Pero
es de que mis descalificaciones contra el diputado con licencia -no dice el
nombre- las hice en un día inhábil”, se justifica el otrora payaso de mítines
políticos.
¡Válgame,
Dios!
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo