LEY DE LA SELVA
LEY DE LA SELVA
La tradición del poder político en México, es de
baja calidad democrática. No se distinguen por apego a la legalidad y al Estado
de Derecho. El periodo de transición democrática abrió otras posibilidades de
equilibrios y transparencia. Actualmente hay una regresión obvia envuelta en
retórica. Es un proyecto en curso de tipo personal y caudillista; poder
centralmente de corte individual a lo que se subordina todo.
Los grandes problemas se enfocan en función de la
popularidad presidencial y su trascendencia histórica. El discurso es
fustigador y de contraste, divisorio y con rasgos de exaltación y odio. Sin
duda es de intolerancia. No hay un reconocimiento de la pluralidad y el valor
del diálogo. En el auto consumo y con una narrativa complaciente y de colores
vivos se intentan omitir los graves problemas de México. Todo es campaña y
escenografía. Pudo ser distinto sin megalomanía. En una circunstancia donde
importa más el pedestal y las letras doradas, se vacía la democracia y se
debilita a la sociedad. No hay diálogo en general, no se atiende a la sociedad
civil organizada y tampoco se hace gestión social. El verticalismo y manejo de
masas amorfas y obligadas hace gobiernos superficiales y de propaganda. Es un
lamentable retroceso. Un cambio auténtico pasa por hacer ciudadanía, personas a
las que se respete, antes que nada, su dignidad; a las que se les reconozcan
derechos. Esas cualidades no son de izquierda o derecha; son de demócratas. Por
mantener la fachada transformadora y la imagen mesiánica se sacrifican
soluciones y eficacia. En todo. Por omisión se pacta con la delincuencia y se
deja a la gente en la indefensión. Sin voluntad política, decisión
institucional y valentía el país se pudre. Todo es campaña y acarreos, ahí se
va el tiempo y el presupuesto. No gobiernan; disfrutan las mieles del poder y
se dedican a armar su futuro personal o de grupo. Su línea es fácil : alabar al
presidente y hablar de las maravillas de la imaginaria transformación. No
tienen que pensar, convencer o justificar. Son gobiernos de simulación. Es
elevado el costo en democracia y gobernabilidad lo que se tiene que pagar por
el culto a la personalidad y la concentración del poder. Nos han llevado a la
ley de la selva , a niveles de mediados del siglo XX. En Veracruz es peor. Acá
no hay ese liderazgo carismático tipo AMLO; hay imitaciones y caricaturas. El
grado de abandono de responsabilidades es mayor. Es una política precaria o
pobre. Abunda un discurso de ínfimo nivel que degrada y ofende a la
inteligencia. Los funcionarios no se sienten obligados a rendir cuentas , a
respetar a los que no piensan como ellos, a cumplir con sus responsabilidades.
Se piensan eternos y merecedores de todo. No saben. No vienen de trayectorias
democráticas y ni siquiera de lucha social. Abundan los excesos y desfiguros en
grado grotesco. Hay una desviación total de lo que decían y prometían. Van al
abismo. Ofenden al sentido común y creen que la realidad es estática, que nada
cambiará. Se asumen ingenuamente como parte de una gesta histórica y piensan
qué tal condición les justifica todo. Su visión del poder es fundamentalmente
patrimonialista.
Omisos de gobernar y volando en las nubes de la
ignorancia y la soberbia se dedican a los placeres de la inercia del poder.
Como no vienen de competencia real son de la idea de que se merecen todo y
están llamados a hacernos el favor de gobernarnos. Mientras los problemas
siguen y se agravan, la gente sufre atropellos y violencias. El gobierno es
ornamental y la delincuencia es poderosa. No merecemos eso. Afortunadamente no
existe la reelección presidencial ni de gobernador y hay elecciones todavía
libres y bien organizadas por el INE; eso permite que el sufragio premie o
castigue como debe ser en democracia. Con votos, pacíficamente, desde adentro
del oficialismo y con la oposición se debe reconciliar a México; unirnos y
abrir una ruta común hacia un mejor país.
Recadito: es más que molesto ver como siguen asaltando en Xalapa, las grúas y
la policía vial .