El Valor de Nuestra Gente

Libertad de expresión responsable

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Linda Rubi Martínez Díaz

 

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Debido al desarrollo de los medios electrónicos que permitió la libre accesibilidad de la información hacia los ciudadanos, hemos visto un avance relevante en la sociedad del conocimiento lo cual sentó las bases de una sociedad con poder de realización. En efecto, estamos viviendo la culminación del Sapere aude, el ideal renacentista tomado como bandera a partir de Descartes, el cual se mueve a partir de la idea de que el conocimiento es la justa medida de los seres humanos, lo que nos hace equiparables a los demás, independiente de características físicas y sociales, y que a la vez siembra las condiciones para el desarrollo de sí y de su emancipación personal y colectiva.

            Sin embargo, ya es un lugar común decir que a todo poder conlleva una responsabilidad, pues quienes tienen la habilidad, la cualidad o simplemente la posibilidad de ejercer algo que los demás no pueden, abre diversos caminos de riesgo, principalmente el hacer uso incorrecto de dicho ejercicio, y en el peor de los casos, para afectar a terceros. Lo interesante es que ahora estamos en un tiempo único que quizás nuestros antepasados jamás habrían imaginado, un momento en el que el monopolio del poder de la información ha sido suplantado por su democratización, y en el que la relevancia de la agenda pública ya no es necesariamente dictada por quienes tienen el poder político y económico, sino por la ciudadanía. Y ahí radica el verdadero reto, pues ante la facilidad de recibir, propagar y emitir datos de índole público, todos hemos adquirido un poder que muchas veces no manejamos de la mejor manera, sino que la usamos para influir de forma negativa la opinión de los demás.

            Últimamente vemos en los medios electrónicos, en blogs y redes sociales, cómo uno de los usos incorrectos de este poder ha devenido sólo en el querer desprestigiar a quienes cometen errores en el ámbito público, en lugar de edificarnos a través del diálogo. La crítica se ha alejado de su versión kantiana, la cual debe ser regida por la recta razón y la libertad con responsabilidad, y se parece más al ejercicio sofista que tanto combatieron los herederos de Platón.

            Podría parecer que estamos ante un escenario en el que se está realizando la libertad de expresión tan anhelada en tiempos de tiranía. Sea de cualquier partido político, funcionarios o gobernantes, todos sin excepción están resintiendo la crítica de la gente hacia esta clase. Pero se ha buscado la crítica por destruir, no para construir o proponer. Se busca el desprestigio y la sanción, pero no se proponen soluciones que permitan aportar algo a nuestro país.

            Me parece importante que antes de criticar, también debemos empezar por nosotros mismos, analizando nuestro actuar diario y preguntándonos si no acaso nos estamos convirtiendo en lo que criticamos. Debemos ver hasta qué punto nos permitimos malear nuestra moral y aceptar por ejemplo, copiar en el examen, tirar basura, o no ser tolerantes con las personas dentro y fuera de nuestras casas. Antes de ver lo que tienen los demás, ¿por qué no hacer uso de la libertad de autocriticarnos y poder edificar un mejor futuro?

            Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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