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LO QUE PODEMOS CONTAR

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LO QUE PODEMOS CONTAR

Del escritor Mario Miguel Ojeda Ramírez, he leído tres libros, primero, “Atrapando Moscas y otros oficios”; “Densidades Deducidas” y “Lo que podemos contar”, es decir en sentido opuesto al que fueron editados y publicados, pero de esta manera llegaron a mis manos. La orden del factor no altera el producto, es cierto. ¿Qué puedo contar acerca de las obras de este excelente escritor?, nada de lo mucho que ya saben sus lectores que día a día se van sumando a su repertorio literario, pero siempre queda esa inquietud, como me dice un amigo, “no dejes de arrastrar el lápiz” y algo tengo que platicar al respecto

 

            “Lo que podemos contar” fue la primera novela escrita y aceptada por la editorial ADARVE para su publicación. Estas páginas son iluminadas por un novel escritor que ya camina en el andén senil, pero con una fogosidad para despertar vivencias, recuerdos, paisajes que no se debe permitir perder en la oscuridad del pasado, las nuevas generaciones tienen el derecho de asomarse y valorar a sus antepasados. Que mejor que hacerlos presente por medio de la literatura.

 

            Desde esta novela corta, se nota a un escritor que sabe en lo que está incursionando, las tres historias aquí presentes, son narradas por una voz que es la misma que utiliza en sus siguientes obras, pues, como ya lo he comentado en otras ocasiones, el lector se siente dentro de la obra en escena. La voz es tan sutil, que al leer se desea profundamente comentar lo que se va conociendo del paisaje frío londinense, charlar con el señor Douglas, quien prefiere que lo llamen David y que apoya hondamente a Javier. Caminar en Veracruz, en las calles de México, y tomar café en Huatusco, Coatepec, o en el fresco clima xalapeño. Tal vez en momentos de reflexión volver a la cuna en Emilio Carranza, rozando con la nostalgia esa niñez que se fugó casi sin darse cuenta. Apreciar las aguas azules y saladas en Costa Esmeralda. Quizá aconsejar a María y Eduardo en su relación de esposos, simplemente porque estamos muy cerca de ellos y deseamos rozarlos con las manos y con los propios sentimientos, pero el narrador sutilmente no lo permite, la historia solo la viven los personajes y locaciones aquí descritas, aprisionadas sutilmente en estas hojas de papel, pues a ellas son confiadas estos recuerdos del personaje central. Con que simplicidad torna en poesía esta sencilla escritura, en la que la descripción es sumamente talentosa, la imagen mucho más, es su estilo, su manera o forma de dar vida a los protagonistas que nos comparten su soledad, sus actividades, triunfos académicos, la decadencia económica, la enfermedad y la misma muerte, no se olvide que se es humano y se vive de todo en esta pequeña atmósfera literaria tan bien cuidada y narrada por un pensamiento preclaro y de profundo sentimiento. Mario Miguel Ojeda, posee una manera muy singular de describir los hechos, crea una fresca literatura que atrapa y sumerge al lector de principio a fin en estos universos por los que forjan su vida estos personajes literarios. La lectura de esta novela es un deleite, no cabe la menor duda. La lectura de esta obra es una amena conversación entre el autor y el lector, claro está, acompañada de un estimulante café coatepecano, o si lo prefiere, un chocolate oaxaqueño.

            La novela comienza en que el escritor se dispone a realizar su obra, con motivación estructura su idea y comienza a escribir historias para contar, pues para eso se escribe. En páginas interiores, le aqueja un dolor que sube por el cuello a su cabeza, lo lastima, lo hiere y cuando está a punto de explotar, el dolor disminuye y se va mudando en cierta musicalidad; piensa, ¿será la música del campo que desean compartir conmigo sus músicos? la chicharra, la cigarra o el grillo y brindarme su sinfonía vegetal, entonces con más entusiasmo sigue escribiendo hasta terminar y poner el punto final a su primera novela, “Lo que podemos contar”.

 

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx