LOS ÁNGELES DE LA PARROQUIA: UN SIGLO DE CUSTODIA
LOS ÁNGELES DE LA PARROQUIA: UN SIGLO DE CUSTODIA
Por Soledad García
Morales y Jorge Vela
Este mes de enero de 2023, los
ángeles de la parroquia de San Jerónimo cumplen cien años de su instalación. La
obra, derivada del impulso por rehabilitar el templo tras el sismo de
Quimixtlán, recibió amplio apoyo popular para materializarse y constituyó una
significativa trasformación del primer cuadro de la ciudad. A pesar del nutrido
número de esculturas que se colocaron en antaño, hoy solo sobreviven dos, en
las esquinas de la calle Mateo Rebolledo.
El sismo de
Quimixtlán fue una catástrofe natural ocurrida el 03 de enero de 1920, cerca de
las 10 pm. Los habitantes de la zona comprendida entre los estados de Puebla y
Veracruz se encontraban dormidos, cuando un fuerte movimiento interrumpió su
descanso. Muchos fueron los daños, pero la magnitud real sólo se percibió al
día siguiente, a la luz del nuevo amanecer. En todos los poblados, las grandes
edificaciones fueron las más afectadas y, en Coatepec, la gravedad de los daños
en la iglesia de San Jerónimo llevó a suspender el culto en su interior. El
servicio litúrgico se practicó, de manera emergente, en el jardín público y,
posteriormente, fue trasladado al templo de Guadalupe, espacio que resistió de
mejor manera el sismo, debido a sus características estructurales.[1]
La curia,
encabezada por el presbítero Ángel Sánchez, pronto convocó al pueblo con el
objeto de rehabilitar la parroquia. La feligresía respondió voluntariosamente
al llamado y, en septiembre de 1921, fue posible reinstalar el culto
parroquial. La inauguración se enmarcó en las fiestas patronales de San
Jerónimo, iniciando las actividades el 29 de septiembre en el templo de
Guadalupe. El día 30, a las 8:30 horas, el canónigo Daniel Mesa acompañado de
los presbíteros Gonzalo Sánchez y Ricardo Ramírez, bendijeron la iglesia
parroquial. A las 9 horas, el Santísimo se trasladó de la iglesia de Guadalupe
a San Jerónimo y, a las 17 horas, se llevó a cabo una procesión multitudinaria
por las calles de la población. El hecho renovó el deseo de participación
popular, y con el propósito de encausarla de la mejor manera, el párroco
propuso otras mejoras.[2]
Desde enero de
1922 se comenzaron a recaudar fondos para la nueva obra, realizándose varias
colectas y algunas funciones de cine. Los recursos arribaron en abundancia,
permitiendo ejecutar un ambicioso proyecto: iluminar el atrio parroquial. Por varios
meses se trabajó en la muralla que, para ese entonces, apenas consistía en un
muro bajo de piedra. Se consolidó el zócalo, se levantaron pilares, se forjaron
herrerías y se instaló el cableado eléctrico. Para coronar la obra, se
elaboraron 40 esculturas de ángeles de aproximadamente un metro de altura. Cada
efigie sujetaría una lámpara, cuya proyección asemejaría la luz divina que
reside en el templo. En el mes de enero de 1923 se inauguró el alumbrado público.[1] La obra complementaba la rehabilitación del Parque Miguel Hidalgo que, un año
antes, había iniciado la administración municipal del Doctor Rafael Sánchez
Altamirano. [2]
Durante muchos
años, los ángeles permanecieron allí, custodiando e iluminando los aconteceres
de los pobladores, pero con el correr de los años, fueron desapareciendo, lo
que llevó a las autoridades eclesiásticas a substituirlos por lámparas
metálicas. Hoy en día, los pilares y el enrejado constituyen una imagen
cotidiana del centro histórico, pero de los ángeles únicamente persisten dos
esculturas. Despojados de sus lámparas, se resisten a abandonar su guardia.
Para leer
más contenido sobre la historia y cultura de la región, visítenos en www.culturacoatepec.org o
en nuestras redes sociales como Círculo Cultural Regional Coatepecano.
[1] Félix Sánchez, Apuntes históricos, geográficos y
cronológicos de la ciudad de Coatepec, Coatepec, Lara y Cía., 1929, pp.
17-18.
[2] Rafael Sánchez Altamirano, op, cit., 1950, pp. 381-382.