LOS GENUFLEXOS
LOS GENUFLEXOS
Pedro Peñaloza
“La única cosa peor que un mentiroso
es un mentiroso que también es hipócrita”.
Tennessee Williams
La añeja cultura del servilismo no termina, sólo se
transforma. Su origen, potenciado con las religiones, se recrea en todas
partes. Las expresiones son grotescas e indignas. Poco importa, se trata de
recibir un mendrugo, un pedacito de poder, un guiño de aquellos que también
llegaron arrastrándose y estirando la mano.
El costo es alto. Se espera la reproducción de
favores a cambio de privilegios. El presupuesto como botín. La sed de ganancias
con recursos públicos es insaciable, el pago: la renuncia a los principios,
entre más alto en el escalafón más amplia la renuncia a las hipotéticas utopías
juveniles.
Los genuflexos caminan por la vida viendo hacia el
suelo, olfateando donde está el poder y también visualizando en el horizonte su
acomodo. No tienen freno ni límites a su oportunismo. Se adaptan con facilidad
a cualquier forma de gobierno, estilo y lenguaje. Niegan ser traidores a su
pasado, nunca lo escriben, no es necesario, su memoria sufre vacíos selectivos.
Los discursos, cuando hablan, están cubiertos de melaza y celofán desechable.
Su pasado es intercambiable, todo al gusto del nuevo mandamás. Su referencia
curricular se adapta de acuerdo a los tiempos. Se disfrazan para cada ocasión.
¿Duermen en paz? Su conciencia no localiza al
arrepentimiento. Miran a los ojos sin problema y hasta festinan su metamorfosis
política. Presumen de su sobrevivencia en un sistema de alta competencia.
Despiertan buscando compradores de su entreguismo, gozan y digieren
humillaciones, el elixir necesario de su adaptación.
Los genuflexos están en todos lados, en la
academia, en los partidos, en los gobiernos, en el deporte y los diversos
circuitos de la vida social, económica y cultural. No se esconden. Son
visibles. Trepan con agilidad pasmosa y llegan a lugares inimaginables. Saltan
protegidos por la red de su cíclica ambición.
¿Quieren ver a algunos? Los más evidentes son
miembros del gobierno, obedientes y pusilánimes; diputados y senadores del
oficialismo morenista. Hombres y mujeres sin escrúpulos que levantan la mano a
la señal de sus amos. Seres sin escrúpulos ni vergüenza. Otrora izquierdistas y
hasta demócratas. Hoy defensores del militarismo y la destrucción de la
división de poderes. Agachones, de espinazo dúctil. Listos para las
reverencias.
Sí, gobiernan los genuflexos, los arrodillados, los
que no aportan ninguna idea trascendente y que hoy se caracterizan por repetir
únicamente el eco que llega de Palacio Nacional. Ese lugar dónde habita la sin
razón. La fábrica de conspiraciones y atropellos. Quizá, figuren en la historia
como lo que son: simples piezas desechables.
@pedro_penaloz