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Los mal portados

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Pedro Peñaloza

 

“Si la libertad significa algo, será, sobre todo,

el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.

George Orwell

  1. ¿Derecho a disentir? Por supuesto, claro, cualquier ciudadano puede escribir y decir lo que le plazca, pero eso sí, que no le extrañen los calificativos que le propinará el presidente de la república, ejerciendo “su derecho de réplica”. En efecto, todo el aparato gubernamental caerá sobre aquel que ose cuestionar la conducción errática del ejecutivo.

AMLO usará los voluminosos reflectores de su homilía matutina. Dirá, con gesto fruncido o risa socarrona, que las críticas provienen de intereses conservadores y reaccionarios. De esa manera, el crítico quedará subsumido en las tinieblas de los enemigos del “progreso” y del avance de la 4T. Con esta línea de actuación, se vuelve temerario (para algunos cobardes y acomodaticios) cuestionar las ocurrencias dominantes.

2Del viejo al nuevo despotismo. La vieja herencia del estalinismo y del priismo autoritario han reaparecido en el vocabulario y en las acciones de un señor que presume 30 millones de votos a cuestas. Seguramente, el inquilino (que no paga renta) de Palacio Nacional no ha leído, es más, ni siquiera está enterado del significado del ejercicio de la histórica burocracia déspota y persecutora. Quizá no sepa quien fue Stalin, Mao, Ho Chi Minh o Pol Pot, personajes que desde la llamada izquierda en el poder persiguieron y asesinaron a sus viejos compañeros de batalla. Tampoco recordará los crímenes, persecuciones y encarcelamientos que padecieron las viejas izquierdas mexicanas por parte de los camaradas del tabasqueño, entre los que se encuentran López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, a quienes les rinde homenaje y reivindica con su silencio y alegorías.

El lenguaje, recientemente usado en contra de la revista Proceso y cotidianamente con el periódico Reforma, dibuja, de cuerpo entero, las peores herencias de los autócratas. Decir que dichas publicaciones “no se portaron bien”, por difundir información que exhibe las debilidades y complicidades del gobierno, coloca al país en una ruta que pensábamos había sido erradicada.

En efecto, el poder presidencial vuelve a censurar opiniones y editoriales, tal como ya lo hicieron en su momento Luis Echeverría, orquestando un golpe contra el Excélsior de Julio Scherer (admirado por el ex jefe de gobierno) y López Portillo, lanzando una campaña para debilitar a Proceso. Un par de ejemplos recientes que nos recuerdan la dinámica de la intolerancia presidencial. La dinámica del pensamiento de AMLO emerge con los mismos reflejos y coloca a los “mal portados” en la mirilla del rifle censor. Se vienen tiempos de resistencia. Cuidado.

pedropenaloza@yahoo.com / Twitter: @pedro_penaloz

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