Los manotazos
Pedro
Peñaloza
“La oscuridad nos envuelve a todos,
pero mientras el sabio tropieza en alguna pared,
el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia”.
Anatole France
¿Qué le importa a López Obrador? ¿Cuáles han sido
sus prioridades? Son interrogantes que es necesario plantear. No se trata de
preguntas abstractas ni volátiles. De ninguna manera. Nos importa entrar a este
debate, porque el tabasqueño lanza frecuentemente granadas para la polémica y
la disputa.
Su saldo a mitad de sexenio es deficiente, por
llamarlo de alguna manera. Sus promesas sustanciales se han diluido. No
cumplió. Mintió flagrantemente. No “puso en su lugar Trump”; no logró el
crecimiento de la economía; no bajó el precio de la gasolina; no garantizó el
crecimiento de las guarderías; sin olvidar, que, el 80% de las compras del
gobierno federal fueron por asignación directa, contrario a la “transparencia”
y “honradez” a las que se comprometió reiteradamente; no bajaron los homicidios
dolosos, al contrario, se duplicaron; y, mucho menos regresaron los militares a
sus cuarteles, pintó de verde al país, entre otras promesas incumplidas.
El tabasqueño ha abusado de la desmemoria colectiva
y la imagen “sencilla” e “incorruptible” que vende en actos públicos, para
mantener popularidad y adueñarse de la narrativa pública. El presidente se
pelea con los que cuestionan su comportamiento. Para él y sus fusileros todos
son conservadores y golpistas. El pasado fue lo peor. No hay matices, aunque su
formación y costumbres formen parte de ese pretérito.
Ahora, su “cruzada”, una vez que Lozoya ya no es su
garganta profunda, es “desenmascarar” al INE. Artífice de la conjura
saboteadora de esa consulta sufragista para satisfacer la vanidad del Tlatoani.
Exhibir los despilfarros de esos privilegiados se convierte en la consigna de
batalla que cohesiona a la feligresía y, especialmente, a los pobres diputados
que nadan en miles de millones de pesos, sin que su productividad lo
justifique, suponiendo que saben hacer algo más que levantar la mano.
Sus “batallas” son contra todos los distintos, los
organismos autónomos, la UNAM, CIDE, la ENAH y el que piense con cabeza propia.
Va de bandazo en bandazo. Todas sus acciones son sin debate, sin deliberación
pública y plural. Es alérgico a la diversidad.
Su vena autoritaria desfila en Palacio, por ello
propone, sin rigor alguno, a un pelotón de oportunistas para el servicio
exterior. Pide denuncias contra algunos pícaros, aunque en realidad de nada
vale ¿pasó algo con las imputaciones contra Salgado Macedonio y otros del tipo?
Y qué decir de su Secretaria de Educación, a quien defiende con pasión. Sí,
seguirá dando manotazos. Claro, mientras lo permitamos.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz