LOS MUERTOS NO MUEREN …TODAVÍA
Por: Chaca Chachán
El conocido «aviso» de que LA VIDA ES UN SUEÑO; que en realidad es una creencia precolombina, parece revivir esporádicamente entre pensadores y estudiosos de todo tipo desde filosofías orientales hasta el pretencioso discernimiento de teóricos del siglo pasado. Hoy el conocimiento de la Física Cuántica ha llegado a despertar conciencias que, con sus ganas de estudiar y hasta por el simple gusto por “el saber” entienden al fin que la magia existe y es una realidad demostrada, comprobada por el método científico gracias a investigaciones que datan desde hace alrededor de un siglo.
La posibilidad de que alguien esté en dos sitios al mismo tiempo sigue siendo un misterio en sus mecanismos pero es un hecho. Ya los dibujantes entendían que los colores, al ser interpretaciones del reflejo de la luz en un objeto son simples versiones que nos traduce el cerebro, según cada quien, siendo que tal vez el color que llamo rojo resulte en que, lo que usted ve, para mi se llamaría verde; sin embargo, los acuerdos que tenemos al llamar rojo al capote de un torero se deben a que las palabras son códigos con los que todos estamos de acuerdo, si lo que le digo a usted es la palabra silla, imaginará una distinta de la que yo imagino. Es un hecho.
El tiempo sólo es la medida del movimiento; otro acuerdo, y así coexistimos, conviviendo y comunicándonos por medio de códigos y nos entendemos con toda claridad,
Sin embargo hay un tipo de muertos que luchan por sobrevivir y se trata de una de nuestras más bellas y significativas tradiciones: el día de los muertos. Herencia de tradiciones o ideas precortesianas, es la costumbre de festejar más que celebrar, la muerte de alguien y por qué no, si también alguien dice que la vida es un infierno y no falta quien lo asegure: el negocio de la guerra así lo confirma como una actualidad cotidiana y terrible.
Entonces no debe de ser una sorpresa el que los muertos no hayan muerto todavía, la mayoría pensamos que hay algo más después de la vida, esta es una forma de continuidad, así al menos se sigue existiendo. Nuestros festejos tienen una razón de ser.
Además de los nativos precortesianos –nombrados indígenas por los españoles para diferenciarlos de los indios auténticos, que llamamos hindúes– otras culturas también festejan la muerte; tal vez como acto de liberación. Al norte de nuestro país, con calabazas y niños disfrazados tan terroríficamente como les sea posible, también festejan el día en cuestión, pese a que el dolor por la pérdida de alguien sea evidente y tan sobria , elegante y costosa como les sea posible, aunque el afroamericano sí acompaña con rítmica musicalidad a sus difuntos.
La influencia mexicana en los EEUU a popularizado nuestra forma de conmemoración vistiéndose con lo que consideran semejante a nuestras tradicionales calacas y
parcas. A la inversa, nuestros niños se disfrazan «a veces de forma ridícula vestidos de superhéroes» y no de fantasmas, brujas, esperpentos, etc. ¿A caso se nos orienta a reverenciar influencias ajenas?
Pero disfrazarse de algo es encantador para los pequeños y si sirve para asustar a otros: mejor.
Habría que considerar que nuestra tradición original nos lleva a la idea de que la vida es en efecto un sueño ¿cuánto dura una vida en comparación al infinito? También cada quien tiene una concepción particular del tamaño del infinito; sin embargo, siempre es algo que no termina por acabar y por lo tanto la duración de nuestras vidas es cada vez más corta en comparación al tamaño imposible de medir, de lo «interminable» ¿no es entonces que lo que vemos como una larga vida sea de cien o ciento y poco años desaparece al compararse con esa realidad inconcebible …que llamamos infinito?
Tal vez sea recomendable apegarnos a nuestras tradiciones, no tanto por el gusto del conservador o del tradicionalista si no porque es muy probable que nuestro punto de vista original sea el correcto: nuestra minúscula vida no es más que un sueño… después de todo ¿No?