LOS SEPULTUREROS DE CUITLÁHUAC, CAZARÍN Y BOLA #8, EN DUELO A MUERTE
LOS SEPULTUREROS DE CUITLÁHUAC, CAZARÍN Y BOLA #8, EN DUELO A MUERTE
Por Edgar Hernández*
Los
operadores del juego sucio y responsables electorales de la victoria de Rocío Nahle,
están trenzados, libran una pelea a muerte.
Disputan
palmo a palmo el territorio político veracruzano sea a través del control
político territorial, sea por la vía del crimen organizado hoy herramienta
electoral indispensable para ganar el 2024.
Con
el consentimiento del gobernador y beneplácito de López Obrador, estos
personajes han ido ganando terreno –y carretadas de dinero- a lo largo del
sexenio.
Primero
por la vía del posicionamiento ante quien fuera su jefe, Cuitláhuac; hoy, a
través de su guía y garante, la candidata de Morena, Rocío Nahle, quien
deposita en ambos la victoria electoral vía pactos con los grupos criminales,
vía el control municipal.
La
meta, arañar los dos millones de votos que la lleven al triunfo el primer
domingo de junio del 2024 –El Cui, se embolsó 1.5 millones de sufragios-.
Poco
preocupa la oposición partidista comprada por Morena que sigue aguardando
tiempos –hoy rebasados-, mientras la desguanzada militancia PAN-PRI-PRD espera
ilusamente el cambio de sus dirigentes para ver si es posible alcanzar una
alianza.
En
tanto, Movimiento Ciudadano como que quiere y no puede.
Dante
Delgado está más ocupado en atender el escenario nacional que el jarocho en
donde bien sabe que desde el 2010 no figura electoralmente dado que ha
preferido vender el voto luego de pactar –como es su costumbre- con sus
adversarios.
Cazarín
y el Bola #8 libran pues, una sorda batalla.
Ninguno
de los dos osa invadir sus respectivos territorios políticos y delincuenciales.
Cada quien trae su grupo, pero sí están en franco arrebato en los 212
municipios que es donde está el grueso de votos, en donde la mayoría morena
determinará la victoria, como en el 2021, de manera silenciosa y sin hacer
campañas proselitistas, solo pactos.
Eric
Cisneros ha cometido infinidad de tropelías. Sus raterías son legendarias al
igual que los pactos con criminales que han excedido toda proporción legal ya
que ha dejado charcos de sangre por todos lados.
Ello
sin contar los negocios ilícitos y el harem de sexoservidoras que lo rodea.
Está
urgido, por tanto, de fuero y no un fuero local, sino salir del Estado y
esconderse a través de un escaño en donde lave su imagen y se aleje de los
carteles que se la tienen sentenciada por prefenciar a los Chapitos.
Gómez
Cazarín es otro pájaro de cuenta cuya ambición lo ha llevado a signar
compromisos inconfesables y en sus aspiraciones va más allá de una curul o un
escaño como procura cierta prensa. Su real pretensión es ocupar la silla negra
que hoy ostenta el Bola #8.
Ser
secretario de Gobierno, es la meta.
Bien
sabe que si le garantiza el triunfo a la jefa, el pago será equitativo tanto
para él como para su rival. Pero mientras se dan esos escenarios ambos libran un sinfín de batallas teniendo en este
momento en medio a la titular de ORFIS, Delia González Cobos.
Pobre
mujer.
Para
salvarse de sus transas ha puesto al descubierto las 40 aviadurías que le
impuso el secretario de Gobierno, mientras del otro lado de la banqueta deja en
claro que la defensa de ediles raterazos ha corrido a cargo de Gómez Cazarín.
La señora
de ORFIS, sin querer queriendo, quedó entre las patas de los caballos.
Así,
en la sumatoria en estos momentos, no hay vencedor ni vencido. Ambos están
enfrascados en una lucha sin cuartel mientras el inútil de Cuitláhuac hace como
que nada está sucediendo en el solar.
Sabe
que necesita de los dos para tener una salida más o menos protegida –también
por Nahle-. Sabe además que no puede meter orden ya que los rivales luchan por
la misma causa y que con los dos ha hecho pingües negocios y mal que bien –más
mal que bien- ha mantenido con alfileres su gobierno.
Queda
un año antes de que salga la convocatoria del llamado Año Electoral y la guerra
cupular apenas empieza. Sin embargo, hay un tercero en discordia corre en la
secrecía.
Es
un moreno que ni picha ni cacha y deja batear.
Un
leal a Cuitláhuac que, si se dan las circunstancias, será recomendado ante el
Tlatoani y si no, pues se da por bien servido. Es acaso el único con mente
clara que no se va con el bulto ya que de los demás aspirantes poco se puede
hablar.
Gutiérritos,
tal como se esperaba, fue el cohetón de la fiesta: cuando se lanzó provocó
ruido y admiración, pero hoy es una vara a la vera del camino, sin dinero ni
apoyo, nadie pela.
Mientras
Ahued sueña.
Hay
quienes lo colocan en el top de la popularidad de los alcaldes, mientras otros apoyados
en encuestas lo ubican entre los peores alcaldes. En realidad este amigo solo
tiene un problema: no está en el imaginario del Peje, suficiente para no jugar
aunque echen a la basura a Nahle.
Tiempo
al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo