Malos augurios
Malos augurios
Por Pedro Peñaloza
G. E. Lessing
El
gobierno de López Obrador entra a su tercer año. Sus promesas de campaña se
diluyen en la espesa bruma de la demagogia. El candidato furibundo crítico de
lo que él llamó la “mafia del poder”, resultó ser un dócil defensor de los
privilegios de la minoría más rica del país. Lejos de disminuir sus opulencias
los convirtió en su “comité asesor”. Su reiterada declaración de no aumentar
impuestos deja tranquilos a los potentados y sella su alianza.
Quedaron
atrás sus enfáticos discursos de retirar a las fuerzas armadas de las
actividades de seguridad pública. Ni los retiró y sí elevó a rango
constitucional su participación abierta y legal en acciones que contravienen su
naturaleza. Además, convirtió al Ejército y la Marina en los multiusos del
gobierno. Construyen un aeropuerto, cuidan las fronteras, los disfraza de
Guardia Civil, contienen migrantes, reparten vacunas, por mencionar sólo
algunas actividades. En tanto, las violencias se expanden sin freno alguno,
bajo un Populismo punitivo vergonzoso, con aumento de delitos de prisión
preventiva oficiosa, violando normas internacionales y locales atestando las
cárceles de pobres.
Su
gobierno también falló en las promesas económicas, es más, llevó a la economía
al decrecimiento. El Covid ha sido su justificación perfecta para el fracaso.
El manejo que le ha dado a la pandemia ha sido un desastre. Minusvaloró los
efectos del virus, llegó a la irresponsabilidad de introducir a la discusión
pública pócimas mágicas y símbolos religiosos ante el contagio masivo. Llamó a
“abrazarnos” como un rito protector; dejó a su suerte a micro y pequeños
empresarios; despreció a millones de desempleados, a quienes no les otorgó
ninguna ayuda que compensara su difícil circunstancia. Frente a la tragedia
actual extendida por la segunda ola de contagio ha asumido una actitud sectaria
y soberbia.
El
candidato que prometió diálogo y apertura se ha convertido en un gobernante
fundamentalista, cuyas homilías matutinas son la única verdad. Cualquier
cuestionamiento a los dichos presidenciales convierte al crítico en “agente del
conservadurismo” y “defensor del Neoliberalismo”. No hay diálogo con nadie
distinto a su visión. Ha sido incapaz de reunirse con las fuerzas políticas del
Congreso de la Unión. Para seguir en su línea, riñó con los movimientos
feministas
Su preocupación de hoy es conservar la mayoría del poder legislativo a como dé lugar. Declaró que “será vigilante de las elecciones”, atropellando a las instancias constitucionales con el aval del Tribunal Electoral Federal.
Nada gratificante nos espera con un gobierno populista de derecha que, además, desprecia la educación, la cultura y la ciencia.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz