METIDOS HASTA LA COCINA
METIDOS HASTA LA COCINA
Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
En política no suele haber casualidades. Y si
en la ecuación participa Estados Unidos, así tenga el gobierno más anodino
–como el de Joe Biden-, el “imperio” actúa como tal e impone condiciones.
Esto viene a cuento porque es imposible separar
la captura del narcotraficante Rafael Caro Quintero a manos de elementos de la
Marina –aunque la DEA dice que participó en el operativo, contrario a lo que
afirman la Embajada de Estados Unidos y el propio gobierno mexicano- de la
visita que unos pocos días antes realizó el presidente de México Andrés Manuel
López Obrador a su homólogo norteamericano.
Más allá de las mutuas descortesías, la ruptura
del protocolo y el tenso ambiente que rodeó la visita “de trabajo” de López
Obrador a Biden, sin duda la sustancia estuvo en lo que no se hizo público. Y
además de los acuerdos comerciales leoninos que aceptó el mandatario mexicano
–como el de comprar 20 mil toneladas de leche en polvo a Estados Unidos, en menoscabo
de los productores mexicanos-, sin duda debieron hablar de seguridad. Y de las
exigencias en ese rubro al gobierno de la autoproclamada “cuarta
transformación”.
Aunque difícilmente Caro Quintero es el “pez”
más gordo cuya cabeza habría pedido Estados Unidos, está claro que allá no se
han olvidado de él y de su participación directa en el asesinato del agente de
la DEA Enrique Camarena, en lo que parece un ajuste de las cuentas pendientes
desde hace casi 40 años. Y de paso, sirvió como una nueva “ayudadita” al cártel
de Sinaloa, con el que Caro Quintero rompió para encabezar su propia célula
criminal, como relata en su columna de este lunes el periodista Raymundo
Rivapalacio.
La injerencia norteamericana en temas de
seguridad en México no se agota en este caso y tiene muchas otras aristas y
vertientes. Tanto públicas como encubiertas. Entre las primeras, llama
poderosamente la atención la manera como se condujo la visita a Veracruz hace
casi dos semanas del secretario de Marina del gobierno de Estados Unidos,
Carlos del Toro, para “planear estrategias de seguridad marítima”.
El alto mando militar estadounidense estuvo dos
días en el puerto de Veracruz, en los que evitó cualquier clase de contacto con
autoridad civil alguna, de manera terminante y explícita. Hubo incluso una
orden de no convocar a ninguna de sus actividades al gobernador Cuitláhuac
García y menos a cualquier otro funcionario estatal. La única autoridad
mexicana de alto rango que lo acompañó fue su homólogo, el secretario de Marina
Rafael Ojeda Durán.
Por supuesto que Carlos del Toro no vino a
Veracruz a pasear y a ver cómo funcionan los equipos de los barcos de la Armada
de México. Y tampoco es casualidad que haya venido a esta entidad y no a
cualquier otra donde también hay graves problemas con el crimen organizado. Y
que fuera específicamente en el puerto de Veracruz también ofrece lecturas
interesantes.
Cuando se hace a un lado a las autoridades
civiles de los operativos militares es, fundamentalmente, porque se desconfía
de éstas y hasta se tienen pruebas de colusión con los delincuentes. Así que lo
que en realidad haya venido a hacer el secretario de Marina de Estados Unidos fue
ocultado de la vista de los gobiernos locales por razones concretas de
seguridad, que deben estar ligadas a estrategias de más largo aliento.
Hoy, como en otros tiempos, Estados Unidos está
metido hasta la cocina en México. Y más allá del discurso patriotero que le
sirve para la propaganda interna, el gobierno de la “4t” está más que dispuesto
a activarse y “cooperar” con los gringos, como quedó claro con la súbita
detención de Caro Quintero.
No vaya siendo que también se acuerden quién
era el secretario de Gobernación cuando el asesinato del “Kiki” Camarena.
Maestrías
en barata
El nuevo “logro” del rector de lo que queda de El
Colegio de Veracruz es repartir maestrías a funcionarios del gobierno de
Cuitláhuac García, como en barata de fin de temporada.
Se parecen tanto al PRI…
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