MEXICO MINADO
Pedro Peñaloza
“Idiota: del griego idiotez, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan solo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás”.
Fernando Savater.
1. La barbarie según Peña. Al joven presidente Peña Nieto le pareció un acto de «barbarie» lo sucedido en Iguala. Está bien que el inquilino de Los Pinos califique de esa manera un acto que avergüenza, sin embargo, el titular del ejecutivo nos debería mostrar a la mayoría de los pobladores de México su sensible reacción frente a otros fenómenos que lastiman y fracturan la convivencia cotidiana de millones de compatriotas. Veamos: ¿No le parece al ciudadano presidente una barbarie que seis de cada diez muchachos deserten de la preparatoria y se lancen a luchar por la vida a la jungla de asfalto? ¿No le parece al poderoso mexiquense una enorme barbarie que casi tres cuartas partes de la población se desenvuelva en condiciones de precarización y de pobreza multidimensional? O ¿no le resulta un evento de barbarie que sólo trece de cada cien concluya sus estudios en la universidad y que la porción restante se involucre en actividades que únicamente los empobrece, los excluyen y les deteriora su autoestima? O posiblemente ¿No le parezca un exceso de barbarie que el diez por ciento de la población se apropie del cuarenta por ciento del PIB? o, finalmente ¿No es terriblemente bárbaro que los trabajadores no puedan concurrir al mercado para satisfacer sus necesidades básicas, no obstante que son los principales generadores de la riqueza nacional?
Quizá, Peña solo usó el término barbarie para captar la atención de los medios y mostrar indignación publicitaria. Y si el presidente, en la soledad de su enorme poder intentara reflexionar seriamente no se comportaría como lo hace, es decir, actuar tardíamente, sin estrategia, sin inteligencia real, sin un equipo capacitado y probado, sin esa prepotencia que le da la protección real y formal de ser el jefe supremo de las Fuerzas Armadas. No, parece ser que no hay reflexión seria en las amplias oficinas de Los Pinos, ni en los mullidos sillones de Bucareli, y menos en las lujosas oficinas de los tecnócratas de Hacienda.
2. Iguala: solo árbol del bosque de la ingobernabilidad. Se ha pretendido hacernos creer que la torpeza, la ignominia y los atropellos son solo ingredientes guerrerenses; lejos de ello el país entero vive las secuelas y las expresiones de una crisis sistémica y múltiple. La geografía nacional está impregnada de problemas de distinta naturaleza, que no son producto de fenómenos mágicos o circunstanciales. El narcotráfico como expresión poderosa de impunidad y corrupción es únicamente una parte de un rompecabezas cuyas piezas están esparcidas deliberadamente. No hay lugar en la república en dónde no se presenten problemas de carácter estructural, es decir, que no obedecen a fenómenos inmediatos ni pasajeros, y que al contrario, son la sumatoria de prácticas gubernamentales y políticas que han construido un gran sistema de complicidades mutuas y de facturas compartidas entre una clase gobernante inepta, autoritaria y parasitaria.
3. Los sueños de grandeza de la burocracia política. El peñismo y sus aliados habían creído y seguramente festejado que la aprobación de las llamadas reformas estructurales eran el banderazo para recorrer la pista del neoliberalismo sin obstáculo alguno, subestimaron los añejos déficits de la democracia a la mexicana, no pusieron en su tablero de prioridades políticas públicas reales que atemperaran las groseras inequidades sociales, se bebieron el jarabe de la autosuficiencia, del control camaral y creyeron con volátil alegría que con ello garantizaban la permanencia y el reconocimiento social al «nuevo PRI». La lava del volcán estaba latente, viajaba por el subsuelo y ahora empieza emerger de manera focalizada pero constante. El país está minado y no se puede desactivar porque quienes colocaron los artefactos explosivos son los mismos que hoy ejercen el poder. El incendio social no se puede apagar con la saliva de los discursos vacíos de un puñado de arribistas y torpes. La llama crece y la pradera está seca.
pedropenaloza@yahoo.com/ twitter: @pedro_penaloz