…¡Mi hijo será político!
Por Ramón Durón Ruíz
Hay una frase que me encanta: “Cada amanecer significa: ama nacer”, cuando amas el milagro de nacer a un nuevo amanecer, tu espíritu se fascina, te ensimismas en el amor incondicional que hay en ti, dejas a un lado la tendencia de hablar de los problemas y principias a hablar de las bendiciones que hay en tu vida.
Cuando amas nacer, tu visión se enriquece positivamente en la forma como vez la vida, eres un ser que difunde luz. Dejas de preocuparte por insignificancias, tu alma se llena de solidaridad y amor incondicional, como fuente nutriente para el arribo de tu felicidad.
Cuando amas nacer, te liberas de la tristeza y la soledad, sueltas el pasado, maduras con calidad, calidez y dignidad, con tu rica imaginería enriqueces tus valores creando tu propio universo, llenando de luz tu recinto espiritual como un sitio sagrado que Dios te confiere, en donde reconoces tu gran dimensión.
Cuando amas nacer, vives con sencillez y humildad, amas incondicionalmente, desarrollas tu “sentido innato de la geometría del amor y del humor”, que elevan tu autoestima, que te llevan a ser agradecido y a vibrar en la alta frecuencia de pensamientos y sentimientos positivos, que te llevan a no juzgar a las personas, sino a aceptarlas como son; reconoces que cada día es insustituible y te preparas para ir mas allá de tus límites.
Cuando amas nacer, te enamoras de la vida, vives con una regocijante paz interior, te llenas de una calidad humana excepcional que tiende puentes en lugar de elevar muros, dejas de resistirte al cambio y te permites fruir armónicamente con el universo, avivando el fuego de la vida y trasformando lo ordinario en extraordinario.
Cuando amas nacer, apaciguas el ego, no haces alarde de tus dones ni de tus bienes, abres tu alma haciéndote amigo de ti mismo, gozas el estallido espectacular de los colores que el universo tiene para ti, sientes tu corazón aceptando que lo que llega, llega para tu bien, entonces aprendes a disfrutar cada instante y entiendes que la vida es temporal.
Cuando amas nacer, manejas adecuadamente el tiempo, por que sirve para construir tu historia, vives la totalidad de tu experiencia; reconoces que eres un ser feliz, que le da sentido de equilibrio a lo que eres y a lo que tienes, ayudándote a eliminar culpas y a ser de tu trabajo un canto de amor a la vida.
Cuando amas nacer, adquieres una percepción positiva que crea una nueva realidad y rompe paradigmas negativos, que te ayuda a desprogramar tu mente desatándola del sufrimiento y del dolor, te predispones e inspiras a recepcionar los milagros que tienen la magia de despertar tu conciencia Divina, potencializado tu creatividad, sabiendo que la metáfora de la vida es experimentar el cambio.
Cuando amas nacer, te aceptas con amor, manejas adecuadamente tus emociones, viviendo el presente como lo que es, como un presente, como un regalo que te invita a honrar tu vida, a enfrentar los miedos y a disfrutar la rica tersura de la vida, “inspirándote para que se revelen los milagros y seas feliz”
Apropósito de felicidad: “Había en el pueblo un pastor que tenía un hijo que no sabía que profesión seguir, no tenía claro que es lo que quería hacer de su vida y eso no parecía preocuparlo mucho. Un día, cuando el joven estaba en la escuela, su padre decidió hacer un experimento. Se dirigió al cuarto de su hijo y puso sobre su escritorio cuatro objetos: una Biblia, un dólar de plata, una botella de vino y una revista de Playboy.
El pastor planeó esconderse detrás de la puerta, para ver que objetos elegiría el joven cuando llegara de la escuela. Si elige la Biblia, será pastor como yo… ¡Que alegría me daría! Si elige el dólar, será un hombre de negocios. Pero si elige la botella será un borracho, ¡qué vergüenza me daría! Lo peor de todo es que si elige la revista, será un mujeriego.
El hombre esperaba con ansias hasta que finalmente escucha los pasos de su hijo subiendo las escaleras. Cuando el joven llegó a su habitación, dejó los libros en la cama y al darse vuelta observó que en su escritorio había cuatro objetos que no eran suyos. Lleno de curiosidad se acercó a inspeccionarlos. Finalmente, el joven toma la Biblia y la pone debajo de su brazo, luego agarra el dólar y lo pone en su billetera, luego destapó la botella y tomó unos cuantos tragos mientras miraba la chica del mes.
— ¡Dios mío ten piedad!, –dijo el pastor–… ¡MI HIJO SERÁ POLÍTICO!
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