MI PRIMER LECTOR
ARS SCRIBENDI
Rafael Rojas Colorado
Rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx
Hoy dedico estas breves líneas a uno de mis lectores, refiero a Saúl Libreros Lara, fue él quien, por vez primera, me comentó que había leído una publicación mía en el semanario El Regional. Esto sucedió en el mes de octubre de 1998, se trataba de la primera colaboración que envíe al periódico y se titulaba “Ejemplo de Trabajo”. Estaba dedicada a la señora Ernestina Zárate, una pepenadora del basurero el Atorón que transitaba mañana y tarde en el bulevar Xalapa-Coatepec.
A partir de ese momento gané la atención de, Saúl Libreros Hernández, quien siempre está pendiente de lo que escribe un servidor en este importante seminario, no son pocas las veces en las que en nuestro tránsito por la calle me detiene para felicitarme por mis escritos, además, es un amigo con el que, a través de los años, he compartido innumerables conversaciones y anécdotas. En su alma anida la evocación de la casa familiar compartida con sus padres, hermanos y amigos de la infancia y todo aquello que ha construido a lo largo de su existir, sin duda, son un testimonio de vida que lega a su familia. Es excelente guía de su hogar y desde temprana edad cimentó en su corazón el amor al trabajo, incursionó en el campo atendiendo una finca de su propiedad, más tarde demostró su talento en la peluquería y entre otras actividades más, desde hace muchos años se le ve al volante de un taxi. Esta actividad le ha dado la oportunidad de conocer mucha gente con la que intercambia experiencias personales, así va tejiendo historias cotidianas que le ayudan a aligerar la jornada de trabajo y se gana la estimación por el trato y el buen servicio que ofrece.
Desde temprana hora comienza a circular por las arterias del pueblo, le acompaña la fe, la emoción y el entusiasmo por el trabajo, es un nuevo día para ganarse el sustento y alimentar su alma de ilusiones. Recorre calles, Colonias, barrios, fraccionamientos y lugares desolados, la ciudad es su área de trabajo, en esta aventura cotidiana se fusiona con la lluvia, el sol y la niebla, es el palpitar de su corazón en la lucha diaria por la vida, sus sienes denotan la edad senil, pero todavía tiene sueños que desea realizar. Cuando el alumbrado público comienza melancólicamente a iluminar el nocturno paisaje, ya falta poco para regresar a casa, mañana será otro día.
Sean estas breves líneas mi sincero agradecimiento por el tiempo que dedica a leer mis columnas periodísticas, las cuales le emocionan y, muchas de ellas, las comenta con sus usuarios. Desde este espacio le rindo tributo a un ser humano que ha forjado su vida en las alas del trabajo cotidiano, es decir un hombre común y sencillo, pero que su ejemplo no pasa inadvertido dentro de la sociedad a la que pertenece.
Amigo Saúl, mi eterna gratitud por leer mis emociones descritas en letras, un abrazo y una vez más gracias.