Mi voto
Mi voto
Por
Pedro Peñaloza
“La nación cuya existencia depende de un solo
hombre,
no puede tener vida duradera2.
Simón Bolívar.
El próximo 6 de junio se
efectuará en México un proceso electoral, donde, potencialmente, participarán
alrededor de 90 millones de ciudadanos. Se elegirán gobernadores, funcionarios
municipales, diputados locales y federales. El contexto que rodea a estos
singulares comicios presenta varias asignaturas pendientes y algunas de ellas
explosivas y volátiles.
Ahora bien, el masivo triunfo de
López Obrador en 2018 tuvo como detonantes e impulsores la ineptitud y abuso de
los gobiernos inmediatamente anteriores. Millones de personas votaron por el
tabasqueño con la expectativa de cambios en todos los renglones de la vida
pública. Hoy, a casi la mitad del sexenio del morenismo, los resultados son un
desastre. Los discursos efectistas de AMLO en torno a dos temas torales, a
saber, seguridad y economía, tienen saldos negativos.
Sus lemas en torno a la seguridad
son de párvulos, cercanas a la ignorancia y a la estupidez. El narcotráfico y
los grupos delictivos viven sin problemas. Se han expandido y multiplicado.
Siguen siendo dueños de regiones, mercancías y negocios. La militarización
impulsada y apoyada por todos los partidos, es un atentado a la seguridad
pública y violatoria de dispositivos internacionales. Las fuerzas castrenses y
su filial, la Guardia Nacional, se dedican a todo menos a mantener a raya a la
delincuencia organizada.
En la economía las cosas no están
mejor. Desde que llegó AMLO a Palacio Nacional el decrecimiento es el signo
distintivo. Sus bravatas iniciales de un guajiro incremento del PIB estallaron
en mil pedazos. Y por si fuera poco, en este sombrío panorama, el manejo torpe
y errático de la pandemia cierran perfectamente el círculo de un gobierno
improvisado, cínico y con posiciones de derecha y monacales. Nada que ver
siquiera con una izquierda progresista. Llegó al poder un personaje, que,
contrario a sus discursos de candidato, es autoritario, fundamentalista e impositivo.
Epílogo. No tengo
partido y no me simpatiza ninguno, es más, a algunos los he enfrentado en la
calle. No veo en el bloque opositor liderazgo ni perfiles para dar batallas
fuera de las curules. Su agrupamiento carece de cemento ideológico y capacidad
para resistir los embates del oficialismo, pero no puedo desperdiciar mi voto.
Ya sé por quién no apoyaré. Ningún sufragio al partido hegemónico ni a sus
sucursales viejas y nuevas. Se requieren 167 diputados federales para evitar
que AMLO pueda seguir atropellando a la constitución y le baje a su soberbia
cotidiana. Aportaré mi voto para que eso suceda. Ojalá se logre este propósito.