Pedro Peñaloza

Michoacán: La debacle de un modelo

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Pedro Peñaloza

“El mejor profeta del futuro es el pasado”.

Lord Byron

 

1. El maquillaje se cayó. El déjà vu calderonista se pasea en Los Pinos. ¿Cuál es la diferencia entre la estrategia planteada por el secretario de Gobernación, Osorio Chong, el 22 de mayo de 2013, y el 13 de enero de 2014, con la llamada Operación Conjunta Michoacán, del 11 de diciembre de 2006, del gobierno calderoniano? Ninguna, ambas inercias parten de la misma plataforma ideológica, a saber: sólo con políticas punitivas se derrotará a la delincuencia organizada.

Lamentablemente, para la población tarasca, se mantiene un paradigma que lejos de resolver de fondo el conjunto de variables que están presentes en la crisis de dicha entidad, ha favorecido el fortalecimiento de grupos muy diversos, que desde distintas visiones e intereses se han aprovechado de los vacíos de los tres niveles de gobierno.

2. El restablecimiento del orden como noción abstracta. Es necesario y obligatorio que Peña Nieto explique en concreto el significado de la toma de la entidad por parte de las fuerzas federales. ¿A qué van? ¿Cómo medirán sus avances? ¿Por número de muertos? ¿Por cantidad de municipios «recuperados»? ¿Por detenciones de narcotraficantes? ¿Por armas incautadas? ¿Por personas detenidas de los grupos de defensa? ¿Cuáles son los indicadores de medición de la eficacia de la intervención federal?

Seguramente, el gobierno peñista no tiene la menor idea de los objetivos estratégicos que lo llevan a intervenir en el estado, y no lo saben por una sencilla razón: ideológica y políticamente no cuentan con una matriz de políticas públicas multidimensionales y transversales; y ni les importa tenerla, sus prioridades están localizadas en la esfera de lo mediático y de lo pragmático.

3. La fotografía indubitable de un régimen reactivo. Si algún elemento sintetiza la visión del gobierno priista, lo es, la mesa de honor que encabezó el evento de la «toma de Michoacán», el pasado lunes 13 de enero: la integraron exclusivamente funcionarios encargados de la política represiva y de control, como un signo incuestionable de la visión unívoca del régimen. Ningún burócrata de las áreas sociales fue convocado a participar en estas «nuevas» acciones oficiales.

Es más, por si hay alguna duda, Peña ya rebaso a Calderón en el número de elementos policiacos y militares enviados a Michoacán. Mientras el primero, destinó 5 mil, el priista mando: en julio de 2013, a 7 mil efectivos, entre fuerzas castrenses y de la PF; y ahora, se suman 2 mil más, entre elementos militares, agentes de Gobernación y de la PGR. Más de lo mismo. No hay más que eso en la alforja del priismo.

La petición de Osorio Chong de que los grupos de autodefensa se desarmen tiene un carácter mediatizador y efímero. Es imposible que las fuerzas federales garanticen la seguridad permanente, se trata solo de ganar tiempo. La presencia de los «Caballeros Templarios» seguirá y con ellos los problemas congénitos de la región. El cataplasma solo pospondrá otros episodios de violencia.

4. La perspectiva no es nada halagadora. Las ofertas del gobierno para encarar la crisis provienen del espontaneísmo y de la visión dogmática que campea en las filas del aparato de seguridad del gobierno. Veamos: un Instituto para la formación de Policías e Investigadores y una maestría para la formación de Agentes del Ministerio Público; creación de una Unidad Antisecuestros; un número telefónico 088, para denuncias anónimas; y, como una limosna, 250 millones de pesos para reforzar el Programa de Prevención del Delito, que por cierto solo está concentrado en Morelia y Uruapan. El ridículo y la irresponsabilidad es el binomio de un gobierno ideológicamente atrapado entre bayonetas y cárceles.

pedropenaloza@yahoo.com

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