MIS ABUELOS
MIS ABUELOS
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La mesa, cocina, sala o
recamara eran como grandes salones donde los mejores maestros del mundo me
enseñaron grandes pequeñas cosas de la vida, mis abuelos Pina y Chico. Sin
proponérmelo sigo sus lecciones al pie de la letra. Los buenos hábitos se
hicieron costumbres, esas que nos distinguen y hacen diferentes a otras
personas y familias.
Las mañanas de domingo estaba
ahí sentado escribiendo en sus libretas, apuntes que hoy todavía conservo, muchos
años después me zambullo en ellos para seguir asombrándome de la riqueza de
detalles, observaciones minuciosas que solo él podía fijarse para desarrollar
habilidades en sus trabajos y perseguir sin cansancio sus sueños redondos.
Hombre con poca instrucción capaz de construir una quimera a base de
constancia, superar los obstáculos económicos y la incredulidad. La confianza
en él, fue su mejor arma, su ejemplo su mejor consejo que aprendí a base de
golpes de la vida.
Un viejo siempre joven, compartía la mesa y sus hazañas de recorrer el mundo enriqueciendo a los demás,
desde niño su cercanía fue ternura, su cariño brindó seguridad, su silencio fue comprensión.
La abuela les dio sabor a los días, sus viandas de fiesta, una simple sopa de fideo, un mole de olla hacían
de un día común un día de fiesta. Los domingos sentados en la inmensa mesa, una romería gastronómica, nos esperaba mientras ella dirigía desde su lugar y vigilaba el orden, su rostro se llenaba de satisfacción al ver a los suyos disfrutar, era su forma de dar amor y cariño. De apariencia tosca era todo ternura, al mismo tiempo dura e inflexible, lo descubríamos cuando golpeábamos sus plantas con la pelota. Nadie como ella para desenredar el cabello, Alethia, descubrió su paciencia por las mañanas, culminaba el encanto preparando su chocolate en su mamila, siempre guardaron el secreto. A Ricardo, lo consentía con un bistec
grande, a sus nietos mayores cada día del niño recibían su reloj de pulsera. Su casa sigue siendo el punto de encuentro, su mesa nos espera como niño en navidad. Los abuelos, amor eterno, calor de hogar.
Pina nos enseñó la generosidad, “chico” nos enseñó el camino. Gracias infinitas abuelos, por hacerme tan feliz.