Misericordia en la familia
Misericordia en la familia
Por IQ Sandra B. Lindo
Simonín
En la medida que estamos
asumiendo nuestra realidad y mirando nuestro ilimitado potencial para amar más
y mejor, entendemos que nuestra gente querida también tiene sus limitaciones
personales.
En estos tiempos llenos de
violencia, de encierro y egoísmo que vivimos; nos damos cuenta que es
importante entender qué es la misericordia? Tener ese corazón humilde y
sencillo listo para hacerse uno con los que sufren y tienen carencias, sentir
compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda.
La familia debe ser escuela
y ejemplo de misericordia, cuidando de nuestros miembros vivan valores como: la
escucha, la comprensión, la aceptación, el perdón y la sanación, realizando
obras de misericordia como: cuidar de los que están enfermos, acoger al huésped
en casa, dar de comer al que tiene hambre, consolar al que sufre, perdonar
cuando nos hieren o corregir al que se equivoca. Son obras de misericordia que
hacemos o debemos hacer a diario en nuestro ámbito familiar.
La triste realidad, es que a
veces, el lugar más difícil para mostrar la misericordia es en nuestros propios
hogares. Con los miembros de nuestra familia. Con las personas que convivimos
la mayor parte del tiempo.
En la medida que asumamos
libremente nuestra realidad y miremos con ilusión nuestro ilimitado potencial
para amar más y mejor, entenderemos que nuestros amados también tienen sus
limitaciones personales. Como nos importan, más que señalarlos con el dedo,
comprenderemos sus luchas, sus aciertos y sus caídas; aprendemos a mirarlos con
un corazón misericordioso. En la vida conyugal, se da el espacio propicio para
que dos compartan sus carencias y sus fortalezas, renovando la vida en común.
Una comunión que se
construye desde el perdonar y el ser perdonado: quizá sea el Evangelio de la
misericordia el más decisivo principio que anime a la vida matrimonial y
familiar. En la convivencia cotidiana, en la que nos mostramos con nuestras
virtudes y defectos, es imposible evitar que haya roces, discusiones, faltas
mutuas. Tal experiencia de vulnerabilidad y, en definitiva, de la condición
pecadora propia de toda persona, nos interpela. Así, la gracia del sacramento y
la fuerza del amor, ofrecen una nueva perspectiva ante ese mal presente en la
cotidiana vida: nos señalan que el perdón mutuo es camino de reconciliación, es
el dinamismo propio que tiene todo amor verdadero
Cuando en la familia se
introduce de por medio la misericordia y se miran así los esposos, los padres
con los hijos, los hermanos entre sí, el entrelazamiento familiar e
intergeneracional se consolida, favoreciendo vínculos más profundos.