Mujeres, a la cabeza del estallido social
Mujeres, a la cabeza del estallido social
Por
Edgar Hernández*
“¡Las mujeres ya no tenemos miedo!”, ONMPRI
Ni el muro de Palacio Nacional pudo contener el
clamor de decenas, cientos, millares de mujeres que sin temor manifiestan su
repudio al autoritarismo y los abusos de poder.
De nueva cuenta las mujeres mexicanas se lanzan este
día a las calles a gritar tras la barda de acero su rechazo a la dictadura y al
igual que los memoriales colocados en las vallas con los nombres, fotografías y
leyendas de las víctimas de los crímenes de odio.
Y esto ya nadie lo para.
En el Día Internacional de la Mujer aflora -como las
soldaderas de 1810, al igual que las guerrilleras de 1910- la urgencia del
cambio social.
A la par regresan a la memoria las cifras:
Los 3 mil 752 asesinatos de mujeres que se
registraron en todo el país en el 2020; los 108 crímenes de odio en Veracruz,
segundo lugar en este tipo de crímenes, y la impunidad e ineficiencia
institucional.
En este día de insurgencia nacional las mujeres se
han lanzado a las calles para repudiar la escalada feminicida al igual que el
voluntarismo de López Obrador, empeñado en imponer al multiviolador Félix
Salgado Macedonio, el “Toro del Peje”, como candidato a gobernador de Guerrero.
A ello suma la reprobación a ominosos pasajes
sangrientos en contra de mujeres empeñadas en detentar espacios democráticos
del poder donde, particularmente en Veracruz, los crímenes de odio han sentado
su imperio.
Ese raro Veracruz donde Cuitláhuac García defiende
su orgullo gay, pero repudia la lucha de aquellas que claman justicia ante la
escalada feminicida.
Revictimiza los asesinatos de mujeres, asumiendo un
papel de Fiscal que no le toca, con una total ausencia de sensibilidad al permitir
la filtración de fotografías de las víctimas como han sido los casos de la
alcaldesa de Jamapa, Floricel Ríos, la de Mixtla, Maricela Vallejo, ambas con
tiro de gracia, o la exedil de Cosoleacaque, Gladys Merlín y su hija Carla, una
degollada y la otra con 37 puñaladas.
Fácil le resulta al mandatario revictimizarlas poniéndoles
la cruz al ligarlas a organizaciones criminales o venganzas caciquiles.
¡Vaya eficiencia!
Eso es lo que sucede en este raro Veracruz donde
Cuitláhuac García defiende su orgullo gay y hasta se fotografía con atractivas
parejas, pero repudia la lucha de aquellas que claman justicia ante la escalada
feminicida.
Presume sus devaneos a los cuales se suman sus
colaboradores con arrumacos públicos y tremendos besucones, pero no permite que
le refuten cifras de crímenes contra mujeres.
Con desplantes mal geniudos minimiza.
Acusa equivocaciones y gritonea a los periodistas
cuyo papel es preguntar y se erige en el sabelotodo, en el único que conoce las
cifras reales de los asesinatos contra las mujeres.
Pero además le vale un verdadero rábano que
organizaciones como ONMPRI, que encabeza una valiente mujer denuncie a cada
lance el “¡Ya basta!” ante la escalada criminal fuera de control.
Llaman la atención las expresiones de las mujeres
veracruzanas en voz de la dirigente Yolanda Lagunes López en el sentido de que
“Las mujeres veracruzanas ya no tenemos miedo”.
“Poco, muy poco es lo que se tiene que celebrar en
este Día Internacional de la Mujer ante la deleznable violencia en contra del
género, los crímenes de odio y el hecho de que una de cada tres sufrimos
violencia en todas sus modalidades: misoginia, abuso de autoridad, acoso
sexual, violencia política, al igual que la discriminación a la mujer indígena”.
Y remata:
“Evocar a Ernestina Ascencio, una mujer de campo
multiviolada por militares, al igual que el brutal asesinato de Regina Martínez
por defender la libertad de expresión, nos obliga a actuar, a salir a las
calles”.
Acaso por ello en el “Día Internacional de las
Mujeres” bien vale la pena recordarle al patrón de Cuitláhuac, que la lucha de
las mujeres por su emancipación está llevando a la nación al estallido social
que, sin duda, habrá de transitar por Veracruz.
Tiempo al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo