MUSEOS
MUSEOS
Para Keyla Priego Arias, semilla nacida en Tabasco, hoy florece en Coatepec.
Aquella mañana
Jacobo se sintió atraído por una convocatoria que difundían en las redes
sociales. Se trataba de un taller museístico y sería impartido los días sábados
del mes de agosto en el Centro Cultural del pueblo. Al día siguiente se
inscribió e impaciente esperó el día de la primera clase, el deseo de aprender
le acompañaba.
La maestra fue la
primera en presentarse frente al grupo, dijo llamarse María de los Ángeles,
después cada uno de los alumnos siguieron el ejemplo. Jacobo sentía agradable
la clase que estaba comenzando en la que lo primero que expresó la maestra, “la
curiosidad por conocer un museo está dentro de cada ser humano”, en él se
despierta la inquietud por visitar uno de esos aleccionadores espacios. Los
alumnos estuvieron de acuerdo con esa afirmación de la educadora.
La maestra los citó
un día de la semana, que mejor que entrar en contacto físico con uno de esos
espacios para familiarizarse con ellos, los llevó a conocer el Museo
Interactivo de Agua de ese pintoresco pueblo con aroma de ciudad. Todo lo que
iba explicando el guía, se tornaba interesante, mucho más de lo esperado.
Jacobo y sus compañeros (ambos sexos) se notaban concentrados en la interesante
explicación. El guía les reveló los estados en los que se encuentra el agua:
Agua en el universo; Agua como molécula; Agua en el mundo; entre otras formas,
como la contaminación y el calentamiento global. Jacobo se atrevió a indicar
que faltaban dos estados del agua en ese museo dedicado en toda su expresión al
vital líquido.
–Lo escuchamos –dijo
el mentor.
Según el filósofo
presocrático, me parece que se llamó Tales de Mileto, solía decir que el origen
de la vida es el agua, pero no como elemento sino como sustancia –aportó ese
valioso dato, Jacobo.
–Sea más explícito
–dijo el guía.
Tales afirmó que
todo cuanto existe está lleno de dioses, es decir todo contiene agua, el mismo
cuerpo humanos, la madera, paredes, piedras y todo lo existente en el mundo
visible, además, de una manera implícita, según mi manera de pensar, también se
debe de sumar la humedad, puesto que es la cantidad de vapor que está presente
en el aire –finalizó diciendo Jacobo.
El guía guardó
silencio un momento, luego solicitó a su auxiliar una pequeña libreta y anotó
esos valiosos datos, al terminar le dio una palmada en la espalda a Jacobo,
pues había aprendido
algo nuevo.
Cada sábado la
maestra, con la luz de la ambrosía, les mostraba importantes museos virtuales,
con su acentuada voz, le daba vida a esos espacios en los que los alumnos
parecía que recorrían físicamente esos espacios culturales. Las clases poseían
hechizo, parecían fantasías con sendas perfumadas de pasado artístico de los
talentos que daban forma a las obras de arte. Qué manera de aleccionar a los
estudiantes, sin duda muy peculiar.
Jacobo, siempre
atento, deseaba obtener todo aquello que podía retener; por momentos se
preguntaba a sí mismo en el más absoluto silencio, ¿yacerá en mi ser algún
talento relacionado con el arte? No encontraba respuesta inmediata. Seguía
atento a la clase, es lo que importaba en el presente. Sus compañeros también
aprovechaban esa oportunidad que no se presenta tan fácil, pues el curso no
tenía costo alguno. La mayoría tenía muy claro que la cultura es cara, pero la
ignorancia lo es mucho más, palabras de un capacitador profesional de años
atrás, pero le daban la razón. El curso se debería de aprovechar al máximo.
En el pueblo existían
algunos pequeños museos, todos particulares, pero, finalmente, se deberían de
visitar para conocer lo que el poblado aporta a la sociedad. La maestra María
de los Ángeles les dejó como tarea que cada alumno eligiera alguno, lo visitara
y la próxima clase darían sus puntos de vista al respecto, Algunos se miraron
unos a otros, tal vez se desconcertaron, pero el taller de museos lo exigía,
hay que trabajar, sin duda alguna, a través del trabajo se manufactura el
resultado.
Jacobo solicitó
permiso en el museo de café de don Ruperto Opoch, este personaje del pueblo se
presentaba por sí mismo, porque su vida, desde temprana edad, se ligó al campo.
Con esa experiencia tejida a lo largo de los años en verdosas fincas, fundó su
museo con aroma de café, un tributo a su pueblo natal y así mismo. De esa
manera, Jacobo estuvo en contacto, por vez primera, con una báscula de vara,
romana y con pilón. Aprendió como se siembra el café, el cuidado de las matas y
la recolección de fruto cereza. Pero le cautivó el comprobar que una mata de
cafeto cuando parece que perdió su utilidad, se corta y retira de la finca,
pero las manos creadoras del artista forman con esos maderos, vistosas
figurillas llamadas artesanía. El cafeto es útil, aún después de su muerte
biológica. Jacobo, en pocas horas aprendió mucho de café y la utilidad de las
matas, gracias al taller de museos que recibía, allí se le despertó la
curiosidad que, por mucho tiempo, parecía dormida, que desperdicio.
Al siguiente sábado,
fue el primero que levantó la mano para participar en la clase y compartir lo
aprendido en el Museo de Café. Su participación fue brillante y al finalizar,
el reconocimiento y los aplausos de sus compañeros no se hicieron esperar. La
maestra hizo lo propio, experimentó que su clase estaba funcionando mucho mejor
de lo que ella misma tenía contemplado.
El tiempo nunca se
detiene, entre enseñanza, aprendizajes y convivencia grupal, el curso llegó a
su fin. Montaron una pequeña y humilde exposición, cada alumno aportó lo
aprendido, sentían anudada la garganta de la emoción. No era para menos, porque
la relación maestra alumnado se realizó en una atmósfera agradable y de sumo
respeto y aprendizaje, Todos deseaban retener el tiempo ¡Imposible! Nadie tiene
ese poder. Los visitantes a la exposición apreciaban el trabajo del grupo,
algunos se dirigieron a las oficinas del Centro Cultural ¿Cuándo empieza el
siguiente taller, Coatepec mi universo día a día?
No existe fecha que
no se cumpla, la directora de Recinto Cultural fue recibida con calurosos aplausos
de parte de todos los presentes. Después de dirigir un emotivo mensaje le
entregó un diploma a la maestra por su brillante desempeño. Todo se mudaba en
un mar de emociones y cierta satisfacción. La maestra María de los Ángeles fue
asignada para premiar con un diploma a cada uno de sus alumnos. Lo fueron
recibiendo y expresando la gratitud, pues el aprendizaje se lo llevaban en el
alma. Finalmente, Jacobo recibió su diploma que lo acreditaba como alumno
destacado del curso. Miró a su maestra y sumamente emocionado, solo balbuceó,
gracias, maestra. Después, agradeció a cada uno de sus compañeros (as) las
horas compartidas en el aula.
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx