MY SWEET LORD…
En plenitud de vida, a los 58 años, víctima del cáncer George Harrison muere en la ciudad de Los Ángeles, California. Millones de personas entonan sus canciones y lloran su ausencia. El ídolo fue al encuentro de su destino. Qué infausta noticia dio la prensa.
George Harrison oriundo de Liverpool, nació el 25 de febrero de 1943, cuando el ejército de la Gran Bretaña, enfrentaba a las potencias del eje, Alemania e Italia y la Europa estaba totalmente destrozada debido a tres años de cruentas batallas. En ese mismo periodo, los ingleses aplaudieron al comandante en jefe, el general Bernard Law Montgomery, llamado de cariño Monty, que, con sus tropas, logró alzarse con una victoria al Áfrika Korps comandado por el general Erwin Rommel, el zorro del desierto, en el más encarnizado encuentro de El Alamein, Egipto. El fin de la guerra aún estaba distante.
Terminada la conflagración, las escuelas del puerto de Liverpool abrieron las puertas a sus educandos. El instituto Dovedale, recibía al infante George que, muy pronto se dejó influenciar por la música. Con 15 años encima y una guitarra, Harrison admiraba e imitaba a Bill Halley, a Elvis, al Gran Ricardito, por lo que, sus compañeros y amigos John Lennon y Paul McCartney, le dieron la oportunidad de participar en una banda llamada Quarrymen, logrando juntos iniciar la gran aventura que, en una de sus acciones, por cumplir con un contrato en Hamburgo, Alemania, George fue deportado por la minoría de edad.
El grupo The Crikets (Los Grillos), creado por el texano Buddy Holley, fue la inspiración para bautizar con el nombre de otro insecto, ahora The Beatles (Los Escarabajos), a la misma banda integrada por Lennon, McCartney, Harrison, y su nuevo baterista llamado Ringo Star. El éxito del cuarteto fue arrollador.
La beatlemanía es significativa para los de la tercera edad. Recuerdo mis años en la Prepa Artículo Tercero, dejar las clases e ir a la casa de David González Franco para escuchar el álbum de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y Lucy in the Sky with Diamonds, o acudir al cine Jalapa y deleitarse con Help. Dos años después, ya en la Facultad de Arquitectura, nos fascinamos con los volúmenes ABBY ROAD y LET IT BE, éxitos que nos acercaron más a la música bella, imprimiendo una honda huella en nuestra memoria. Es fácil retroceder en el tiempo sólo con escuchar dos composiciones de Harrison: Something y Here Comes the Sun.
Han pasado más de 50 años, los fanáticos siguen tomando fotografías cuando atraviesan Abbey Road, en pleno centro de Londres, visita obligada a todo aquel que sigue participando en la beatlemanía. También continúan los comentarios sobre los millones de dólares que pagó George Harrison para librar la acusación del plagio de su sencillo Mi Dulce Señor y quedarse con los derechos de autor. Ronnie Mack, creador original de música góspel, a esa pieza, mucho tiempo atrás le había llamado He´s So Fine.
Amigos, el Harrison con su billete, fácil libró su batalla, porque como decían los de antes: “Gallo que es bueno, lo mismo canta en su corral, que en el ajeno” así es que hay que cantar en donde sea, ¿no lo creen?
¡Ánimo ingao…!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz