Necedades que matan
Necedades que matan
Por Aurelio Contreras Moreno
Cuando
a mediados de 2020 el gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció su
programa de desconfinamiento llamado “nueva normalidad”, quedó claro desde el
principio que se decidió anteponer la reactivación económica por sobre la vida
y la salud de la población.
El
retorno por decreto a las actividades económicas que estuvieron parcial o
totalmente cerradas durante los meses de abril y mayo del año pasado tuvo un
costo en vidas humanas todavía difícil de cuantificar con exactitud, pero que
puede encontrar un parámetro en las cifras del Inegi sobre el exceso de
mortalidad registrado durante la pandemia, mismas que arrojaron un número de
muertos por covid-19 en un 45 por ciento mayor que el de los datos oficiales
dados a conocer por la Secretaría de Salud durante los primeros siete meses de
la emergencia sanitaria.
Eso,
junto con las propias estimaciones de expertos que aseguran que el número real
de fallecimientos provocados por el coronavirus SARS-CoV-2 en México es tres
veces mayor que el reconocido diariamente por las autoridades sanitarias del
gobierno federal.
En
suma, las autoridades privilegiaron el autorrescate de la economía –porque por
parte del gobierno no hubo jamás el mínimo apoyo, y para prueba el cierre de
más de un millón de micronegocios durante 2020- por encima de la vida de las y
los mexicanos, a los que literalmente echó a la calle a jugársela en una ruleta
rusa de supervivencia de la que miles no lograron salir airosos.
Tal
es el contexto en el que México superó este jueves 25 de marzo de 2021 la
macabra línea de las 200 mil muertes por covid-19 reconocidas oficialmente, y que
en números reales deben superar las 500 mil defunciones a un año de declarada
la pandemia.
Pero
la brutal irresponsabilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador –misma
que nunca aceptará asumir- y la negligencia criminal del subsecretario Hugo
López Gatell –el encargado de la estrategia contra la pandemia al que nunca
mejor que hoy le queda como anillo al dedo el mote de “doctor Muerte”- están
por escalar a un nuevo nivel.
Está
en marcha con todo el plan para el regreso a clases presenciales en México. Al
retorno del periodo vacacional de Semana Santa al menos en el estado de
Campeche, y entre abril y mayo en Sonora, Chihuahua, Chiapas y Veracruz.
El
propio presidente López Obrador, durante su más reciente gira por la entidad
veracruzana, así lo anunció: “antes
de que termine el ciclo escolar estar en clases presenciales, porque nos hace
mucha falta. En especial para los niños, estudiantes, es el segundo hogar”.
Aunque en esto último no le falta razón, un
retorno a clases presenciales en las actuales condiciones –y luego de un
periodo vacacional que detonaría una tercera ola de contagios- equivaldría a enviar
al matadero a millones de niños y jóvenes que, si bien presentan reacciones
menos graves al virus, como ha quedado demostrado no están exentos de
complicaciones que les puedan producir incluso la muerte.
Y ni qué decir de los docentes. La tesis de López
Obrador de que en dos meses se terminará de vacunar a adultos mayores y
maestros –mientras México mendiga el fármaco al gobierno de Estados Unidos y se
desvela la posible existencia de un mercado negro de tráfico de vacunas- es tan
confiable como aquellas aseveraciones del año pasado, cuando ya habíamos
“domado la pandemia”.
Necedades que matan.
Asueto
Por
periodo vacacional, la Rúbrica y su autor se tomarán un necesario descanso,
regresando a su publicación el próximo 7 de abril. A sus lectores y editores,
felices Pascuas. Y de ser posible, evite aglomeraciones innecesarias.