NECESITAMOS VER LA LUZ
NECESITAMOS VER LA LUZ
Este domingo 29 de
noviembre de 2020 iniciamos el ADVIENTO, un hermoso periodo que nos prepara
para la venida del Señor. El término ADVIENTO (“adventus en latín; parusía en
griego) significa “presencia”, “llegada”, “venida” o “visita”. Todos estos
significados se cristalizan durante este periodo que nos prepara para la
NAVIDAD.
Con el ADVIENTO se
expresa la cercanía de Dios, su presencia y su caminar en medio de nosotros. Un
detalle más que debemos tener presente es que este acercamiento divino está
motivado por el Amor de Dios a la humanidad. San Juan lo expresa de esta
manera: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio hijo para que el
mundo se salve” (Jn 3, 16).
Durante este
periodo de ADVIENTO nos preparamos para la NAVIDAD. De ahí que el mensaje que
resuena en todos los templos católicos el primer domingo de ADVIENTO es “VELEN
Y ESTEN PREPARADOS” (Mc 13, 33). De esta manera a través de la escucha de la
Palabra de Dios, la oración frecuente, la recepción de los sacramentos y la
práctica de la caridad la Iglesia nos va conduciendo para contemplar el
nacimiento del hijo de Dios.
El centro de la
Navidad es el misterio de la encarnación, es decir el nacimiento del Hijo de
Dios que en estos días se representa por medio de los portales de Belén que en
las casas, las iglesias e incluso en las plazas podemos admirar. Necesitamos
contemplar al niño Dios, llenarnos de su luz y de su ternura. A través de este
hermoso signo Dios nos recuerda que nos ama profundamente y por eso ha enviado
a su hijo para salvarnos. Ojalá en todos los hogares cristianos se coloquen los
nacimientos; eso nos ayudará a tomar conciencia de lo que es central en estos
días de navidad.
El momento
presente que estamos viviendo es como el de una noche obscura; las sombras de
la muerte nos acechan y nos sentimos como en un naufragio sin rumbo. Más de 103
mil muertos por el mal manejo de la pandemia es una calamidad; el aumento de la
pobreza se percibe por dondequiera. Vivimos momentos de incertidumbre; muchas
familias están sufriendo por causa de la enfermedad, la violencia o la pobreza.
Los resultados que se presumen en los discursos oficiales no se
perciben en la cotidianeidad. No hay indicadores de bienestar para la gente, y
la deuda social sigue creciendo en asuntos de violencia, pobreza, educación y
salud; los pobres son cada vez más pobres y lo más grave es que se les hace
dependientes de dádivas que no sabemos para cuánto tiempo alcanzarán. La ruta
que se está llevando sólo aumenta la incertidumbre en la población. Vivimos
tiempos de obscuridad.
¿De dónde nos
llegará la verdadera luz? esta es la pregunta que responde el tiempo del
Adviento que estamos comenzando. Los que creemos en Dios, no podemos nunca
idolatrar las instituciones humanas por más promesas que nos hagan.
Lamentablemente se está provocando más desencantos que satisfacciones; La
verdadera luz por lo tanto viene de nuestra apertura a Dios que se acerca. Es
aquí donde el profeta Isaías tiene mucha actualidad: El pueblo que caminaba
en las tinieblas vio una gran luz…(Is 9, 1) este es el ADVIENTO que
necesitamos. Aquí radica la esperanza que debemos cultivar.
Junto con la
apertura a Dios, necesitamos ser también más promotores y colaboradores del
bien común y dejar de ser indiferentes; México puede cambiar si cada uno de
nosotros da lo mejor de sí; si nos comprometemos con la verdad y la justicia.
México empieza a cambiar cuando hacemos las cosas con calidad, honestidad y
transparencia. Esto es lo que ayudará a mejorar el tejido social.
El ADVIENTO es por
excelencia el tiempo de la esperanza. Cada año, esta actitud fundamental del
espíritu se renueva en el corazón de los cristianos que, mientras nos
preparamos para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo Salvador
reavivamos también la esperanza de su venida gloriosa al final de los tiempos.
La esperanza verdadera y segura se funda en nuestra apertura a Dios que es Amor
y Misericordia; para que los hombres, y con ellos todas las criaturas, puedan
tener vida en abundancia (cf. Jn 10, 10).
Para
mantener viva esta esperanza necesitamos cambiar el corazón, necesitamos
superar nuestros egoísmos y autocomplacencias, necesitamos abrirle un espacio a
Dios. Con ello estaremos celebrando un buen periodo de ADVIENTO.