Especial

NO CREO QUE REGRESES…

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(tercera de cinco partes)
                Año de 1864. La suerte de la Nación, estaba echada. Los conservadores derramaron elogios y vítores al Napoleón III, aclamándolo como un verdadero  “libertador de México”.
                Don Benito, y la Suprema Corte de la Nación, seguía resolviendo en Paso del Norte.
                El 14 de abril, el SMS Novara, surca las turbulentas aguas del Adriático. A bordo, El Archiduque Max, evoca sus dos noticias: La buena (le dijo el calculador de su hermano): “—tienes una silla imperial en América, espero que la disfrutes”; la mala: “—atiende al fedatario para que repudies la herencia, porque NO CREO QUE REGRESES, porfa, no te vayas a ir sin firmar”.
                El velludo güero, recordó las disconformidades de su carnal, cuando dirigía la flota imperial; no olvidó  el día que le prohibió implementar los preceptos liberales y soberanos en el virreinato Lombardovéneto. Le caló que lo reemplazara un miliciano más picudón.
                Al alejarse de MIRAMAR, Max oculta sus reminiscencias; lo escolta la “Themis” y el “Fantaisie”; quiere alcanzar Roma, santiguarse ante Pío Nono y comprometer el urgido diezmo, producto de la explotación de la riqueza de su nuevo imperio.
                 28 de mayo. El capitán del Novara avizora Veracruz; Max se prepara para recibir suntuosa recepción. ¡Oh sorpresa!, NINGÚN JAROCHO EN EL MUELLE; los descarados y avariciosos ejecutores de la logística, se clavaron el billete y únicamente habilitaron el transporte, para alejar a la pareja imperial de los estragos que hacía la fiebre amarilla en el puerto. Sólo Veracruz es bello ¡qué chingaos!; eso les pasa por no repartir las despensas a tiempo.
                  Un baño de pueblo en la ciudad de los Palacios, resarció los ánimos de la pareja. Los lanceros de la emperatriz, los húsares y los cazadores de África, al entonar “La Brabanzona”, evidenciaban de lo que era capaz el poder supremo. Napoleón va arriba en la serie. Mientras tanto en el:
 Palacio de Schönbrun: ¡Este Max, es un inquieto aventurero!, expresó Sofía…
 Palacio de Las Tullerías: ¡A ver si no nos falla este pendejo!, decía Napoleón III…
Castillo de Leaken: ¡Mi yerno no le va a dar el ancho a mi Carola!, declaró Leopoldo…
Zócalo capitalino: ¡viva el guapo emperador y su palmípeda!, voceaban los despistados.
                 Esta histerieta continuará, no sin antes evocar a Sun Tzú: “Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no”.
                Ánimo Ingao…!!!
                Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.

 

                 El DJ les manda La Brabanzona, sabe que la van a disfrutar.

     http://youtu.be/KQ3Cw9Z2zAM

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