¡NO HAY TIEMPO DE RENDIRSE!
Les
voy a contar una historia. Me han diagnosticado
cáncer de seno. Mi nombre es María Eugenia Arcos León, me
agrada me llamen Maru, psicóloga de profesión y docente en educación primaria.
Puede ser que me cuestionen como me
descuide, pero pasó, les aseguro que quien más lo lamenta soy yo. Tuve mastografías previas y según los
médicos no había mayor problema, así que seleccionen muy bien quienes les
atienden.
Después de algunos meses de estar
intensamente con las clases y revisiones de actividades ante la computadora y celular, durante estos últimos meses de pandemia, deje de ver en el ojo derecho y tuve que
someterme a la cirugía de cataratas
en octubre de 2020, pero… no me imagine que cuando acudí por la correspondiente
incapacidad, la trabajadora social me
diera la noticia de alta sospecha de cáncer en un seno.
¡Fue un
impacto tan fuerte! que solo llore amargamente mientras recibí los documentos para tramitar una
próxima cita para realizar biopsia en la clínica de mama en el puerto de Veracruz.
Después de la biopsia y durante el
periodo de espera de resultados, en este lapso
mi esposo sufrió doble fractura en
tibia y peroné, requiriendo estar más de una semana hospitalizado y como novela, precisamente el mismo día que lo
estaban operando, me avisan que
había llegado el resultado de la biopsia. Y como ya estaba a unos cuantos consultorios, pues acudí y el médico encargado solo dijo algo así: “Ya tenía usted sospechas. Si tiene cáncer”, me dio mi
orden para la cita, sin más palabras. Me fui a la sala de espera viendo ese papel. Pero no hubo tiempo de comunicar
esta información: mi marido fue dado de alta y al día siguiente
que llegamos a casa
¿Qué creen que sucedió?
Mi hija mayor inicio sus dolores de
parto. Ahora, soy la afortunada abuela
de una hermosa nena. No quise alterar sus estados de ánimo, me quedé callada unos días
más.
Y comencé a acudir sola a las citas, además, tampoco permitían más gente por la pandemia. Sin embargo, las dos primeras
citas en oncología las cancelaron por que la especialista estaba incapacitada y no pusieron suplente. Sinceramente
tuve otra crisis de llanto, ¡no aguante más!
Sentada en una banca del hospital, me puse a llorar amargamente, me sentí desesperada e
impotente, habíamos tenido muchos gastos para buscar atención privada. Me arme de paciencia y tolerancia.
5 meses después de la biopsia, marzo de 2021 se realizó la mastectomía.
Pensé que aquí se acaba todo, quitando el seno
con el tumor, ya no había mayor peligro. ¡Estaba equivocada!
Al mes siguiente me informan de que debido a los resultados de
patología se comienza el tratamiento con quimios (que desafortunadamente no fueron completas, no siempre tuvieron los medicamentos, en una ocasión yo compre la ciclofosfamida, por cierto, en este mes de
octubre comienzan las radioterapias. Aunque todavía falta saber qué sucederá
con mis pulmones, desafortunadamente los oncólogos
refieren hay metástasis en ellos.
En este transitar en búsqueda de la
sanación, me he encontrado ante diversas situaciones personales, laborales, emocionales, pero algo que me cuestiono,
es la forma de actuar de los
oncólogos que me han atendido institucionalmente.
¿Se comportan con todos los pacientes al igual que conmigo?, es mi
imaginación o soy una paciente incómoda. Quizás se protegen emocionalmente, porque he observado falta de empatía
en ellos, poca comunicación, intolerancia.
Los pacientes tenemos derecho a un trato digno y respetuoso.
Requerí pedir cambio de médico por esta razón, pero me fue peor con quien me enviaron para que me atendiera.
Posiblemente algunos oncólogos, tienen tantos pacientes y están tan abrumados por
enfrentarse con el dolor que se muestran insensibles y poco tolerantes, por lo que sugiero que las instituciones
promuevan cursos de apoyo para
atender los estados emocionales de sus profesionales en el área de oncología.
Para concluir mi relato, por mi parte,
reconozco que en estos meses he vivido momentos de llanto, enojo, de frustración,
impotencia, traición, negligencia y mucho miedo. ¡Sola no puedo!
He tenido la bendición de creer en un
poder superior, en Dios, que me
envía un ejército de personas
hermosas.
AGRADEZCO, a mi familia, a mis amigos,
a mis amigas que no me han dejado
sola. No ha importado la distancia, me
han brindado mucho amor, algunos con
mensajes y llamadas, otros con sus visitas, pero todos y todas me acompañan con sus oraciones. ¡Hasta
nuevas amigas tengo!, que me demuestran que juntas podremos salir adelante.
Sé que puede parecer raro, también a
esta enfermedad le doy gracias, porque me está dejando muchas enseñanzas en cuanto conocerme como persona, en valorar
la vida, en apreciar lo que
es realmente valioso e incluso cambiar formas de pensar y actitudes. Deseo sanar en todos los aspectos.
No pretendo dejarle la responsabilidad
de mi sanación a los demás, así que a mí me ocupa vivir un día a la vez,
en cuidarme en lo que me corresponde, como la alimentación, el dormir lo suficiente, en seguir los
tratamientos, en respirar y disfrutar de la naturaleza, en meditar. También a veces leo libros, selecciono cuidadosamente música para animarme
y fortalecer el espíritu. Me agrada iluminar mándalas y he descubierto que me gusta escribir. Y si de repente regresan los pensamientos y la tristeza, como el deprimirme por extrañar la docencia y a los peques, es posible
darme la oportunidad de experimentarlos algunos instantes, y posteriormente transformarlos en pensamientos positivos y una actitud que me genere paz.
Estoy tan bendecida, que recibo terapias que me han ofrecido apenas con un pequeño intercambio o gratificación y cómo
me han fortalecido.
Gracias por acompañarme en esta lectura.
A pesar del diagnóstico, DECRETO SALUD PARA MI. Dios
nos bendice.
¡NO HAY TIEMPO DE RENDIRSE!