Nochebuena
Nochebuena
Números Rojos
Por Brenda Caballero
Fue a finales de febrero cuando se presentó el primer
caso de Covid-19 en México. En marzo, la mayoría de los mexicanos empezamos a
escuchar sobre el virus, cómo cuidarnos y se puso de moda la sana distancia.
Nos dijeron que teníamos que quedarnos en cuarentena, no salir de casa para
evitar la propagación. Las actividades económicas, las escolares, las sociales
pararon. En principio, pensamos que esta pandemia (jamás vista por algunas
generaciones) terminaría pronto. A casi 10 meses vemos que no es así. El virus
llegó para quedarse, al igual que otros con los que a la fecha convivimos.
Hemos visto amigos, compañeros y familias completas
perder la lucha ante el covid, pero también hemos conocido casos de
recuperación y hasta milagros en personas de más de 100 años.
Sin duda, hemos tenido momentos de alegría, tristeza y
desesperación ante el encierro. Hemos enojado, reído y hasta llorado ante la
incertidumbre y el confinamiento, pero ¿qué hemos aprendido de todo esto? Hoy
que es Nochebuena, es un buen momento para reflexionar y hacernos esa pregunta.
No trato de ser moralista, sino ver si esta pandemia nos ha cambiado en algo
como especie humana.
Ayer, siendo antesala de Navidad, me tocó ver un
conato de pelea en plena calle, entre un motociclista y un taxista. Los
factores pueden ser muchos, desde el tráfico hasta el estrés por la misma
pandemia. ¿Hemos cambiado en algo?
Un caso para analizar es ver que cuando piden las
autoridades que nos quedemos en casa, hacemos todo lo contrario. Entiendo a las
personas que tienen que salir a trabajar, pero no el ver a familias completas
acudir a los centros comerciales para comprar regalos o para ir a comer.
Apenas anteayer había pedido comida para llevar, y al
recogerla, había familias enteras formadas para ingresar al lugar. Parecía que
no estábamos en pandemia, pues si no fuera por los cubrebocas y caretas de los
meseros, el escenario me remontaba a un año atrás, cuando todo era “normal”.
¿Acaso es porque Veracruz está en amarillo? ¿O porque no tenemos empatía con
los trabajadores del sector salud?
Ahora bien, siempre he defendido que debemos promover
nuestra economía local, ¿pero eso implica arriesgar la salud de los comensales?
Si bien el local tenía las medidas sanitarias a la vista, en realidad no se
aplicaba eso del metro y medio entre comensal y comensal. Agregue a ello que
todas las personas allí reunidas se encontraban sin cubrebocas.
Veo un artículo donde el personal de salud está
cansado, harto de ver a la población que hace caso omiso. Incluso el informe de
camas disponibles del Doctor Gatell no ha sido suficiente para mantenernos en
casa, no entendemos.
Las fiestas decembrinas han empeorado la situación y
sin ser alarmistas, las autoridades prevén un aumento en los casos; sin
embargo, no debemos perder la esperanza.
El día de ayer, como “un rayito de esperanja”, llegó
el primer lote de vacunas de Pzifer. Son 3 mil de un millón que se espera sean
entregadas en enero de 2021. Hoy empiezan a vacunar a los soldados de la
primera línea (los médicos) en una campaña denominada Nochebuena.
¿Quién se iba a imaginar que eso sería la Nochebuena
en México? Por eso, más que cenar, brindar y darnos regalos, pensemos qué hemos
aprendido durante este confinamiento y qué estamos dispuestos a hacer, porque
para controlar el virus necesitamos más de lo que estamos haciendo.
Desde este espacio les deseo Feliz Navidad y sobre
todo que nunca perdamos la fe.
@NumerosRojos_BC
caballero_brenda@hotmail.com