NOTAS SOBRE LA VIDA Y OBRA DE MARÍA ENRIQUETA CAMARILLO Y ROA
NOTAS SOBRE LA VIDA Y OBRA DE MARÍA ENRIQUETA CAMARILLO Y ROA
Por Jorge Vela
María Enriqueta Camarillo y
Roa fue una escritora que cosechó grandes triunfos editoriales a finales del
siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX. La calidad de su pluma fue
tal que se le galardonó en numerosas ocasiones tanto en México como en Europa,
proyectando el nombre de Coatepec como cuna de un preclaro talento.
María Enriqueta nació un 19 de
enero de 1872, en la entonces villa de Coatepec, sitio de naturaleza bucólica que,
para aquel entonces, empezaba a distinguirse como centro cafetalero. Enriqueta
era la hija menor de Alejo Camarillo y Dolores Roa, un burócrata local y una
escritora respectivamente, quienes habían podido fijar su domicilio en el
número 15 de la calle Jiménez del Campillo. Como muchas niñas de su época, las
primeras letras le fueron dictadas en casa. Doña Dolores fue su primera tutora
y le enseñó moral, disciplina, ciencia y etiqueta.[1] Posteriormente ingresó a
una escuela privada para niñas donde se le instruyó en matemáticas, economía
doméstica, literatura, entre otras lecciones. La primera infancia fue una época
de juegos e idílicas aventuras compartidas con su hermano José Leopoldo, cuyo
recuerdo sería campo fértil para su futura inspiración. No obstante, cuando
tenía 7 años, la familia se trasladó a Ciudad de México. Don Alejo debió
representar al cantón de Coatepec en el Congreso de la Unión, significando cambio
de residencia difícil para la familia, especialmente para la pequeña Enriqueta. [2]
En la metrópoli, María Enriqueta
le daría continuidad a su educación. La joven se graduó como concertista de
piano y pronto ejerció como instructora de música, aunque el llamado de las
letras la llevó a convertirse en traductora, articulista e ilustradora en
diversos medios como El Universal, la Revista Azul o El Mundo Ilustrado. En
1898, Enriqueta contrajo matrimonio con el historiador y funcionario Carlos
Pereyra, emprendiendo una nueva vida marcada por los viajes de trabajo de su
esposo. Para 1910, su obra era bien conocida, por lo que amigos y
contemporáneos de la escritora le extendieron invitación para visitar su pueblo
natal. Mientras que en otras geografías del país, Francisco I. Madero llamaba a
las armas contra el régimen porfiriano, en la Escuela Cantonal de Coatepec, se
realizó una fastuosa tertulia donde la escritora fue ovacionada. [3]
Para hablar a mis paisanos
quisiera yo que mi acento
fuera más blando que el viento,
más suave que las espumas
que huyen sobre las corrientes,
más sedoso que las plumas
de las torcaces dolientes.
[…]De esta noche deliciosa,
embriagante como rosa
y esplendiente como el sol,
fiel recuerdo he de guardar
¡como guarda el caracol
el grato ruido del mar!
Agradecida por la hermosa fiesta que galantemente dedicaron
[…] la noche del 20 de noviembre de 1910.
Un par de años mas tarde, el
gobierno de Victoriano Huerta encomendaría a Carlos Pereyra diversos asuntos
diplomáticos, siendo la designación de Ministro de Bélgica y los Países Bajos,
lo que daría inicio a su larga estancia en Europa. María Enriqueta y su esposo
debieron afrontar difíciles situaciones en el extranjero, como el fallecimiento
de doña Dolores Roa Bárcena, en 1913, y el triunfo de la revolución
constitucionalista en México y de la entrada del ejército alemán a Bruselas,
ambas en agosto de 1914[4]. A pesar de los problemas,
la brillante carrera de Enriqueta iba en ascenso. En 1918 fue publicado Mirlitón;
en 1919, Girón del Mundo; en 1921, Sorpresas de la Vida; y en 1922, El Secreto
y Rincones Románticos. Considerando su prolija producción, el ayuntamiento de
Coatepec dirigido por el Dr. Rafael Sánchez Altamirano apoyó la idea de nombrar
a María Enriqueta «Hija Predilecta de Coatepec», designación que se
le otorgó el 4 de mayo de 1923. El 3 de junio de ese año fue debelada la placa
que marca el sitio de nacimiento de la escritora[5] y en 1934 se inauguró el obelisco que la homenajea en el parque Miguel Hidalgo.
Hubo que pasar varias décadas
para que las circunstancias le permitiesen a la escritora regresar a México.
Durante el mes de febrero inició su travesía y, apenas llego a puerto, los
coatepecanos le extendieron una invitación con el propósito de visitar el
terruño. El 14 de mayo del mismo año, como primer acto de la Primera Feria del
Café, se llevó a cabo un acto literario donde la escritora fue vitoreada. El
agasajo fue tal que, en 1955, la escritora retornó nuevamente Coatepec, en esta
ocasión con motivo de las fiestas patrias. Aquel 15 de septiembre, alumnas de
las escuelas municipales flanquearon el puente y las calles para recibir a
Enriqueta, quien se dirigió al cine imperial donde coronó a la señorita Irma
Olvera.
Enriqueta fue escritora sumamente
activa, y a sus 78 años publicó su último libro, Hojas dispersas (1950),
edición que su suma a otros icónicos títulos como Álbum sentimental (1926), Fantasía
y Realidad (1933) y Poemas del campo (1935). Sin embargo, fallecería lejos de
su terruño, en su casa de la colonia Santa María la Ribera, en 1968. Sus restos
fueron trasladados a Coatepec, donde descansan en el panteón municipal y, a
manera de honra póstuma, diversas agrupaciones coatepecanas rinden tributo a su
memoria.
Se ha llegado ya al final
del rezo. Una voz trivial
pregunta en la sacristía:
«¿Por quién es el funeral?»
Y otra voz, de timbre igual.
le responde: «Es por María.»[6]
¡Viva María Enriqueta! ¡Viva Coatepec!
[1] Jorge Vela, Resignificando
la figura de Dolores Roa, conferencia, 27 mayo 2022, Coatepec.
[2] Ester Hernández Palacios
Mirón, “Selección y Estudio Preliminar”, en Rincones
Románticos. Una antología general, México,
FCE-FLM-UNAM, 2017.
[3] Soledad García Morales, María
Enriqueta Camarillo: hija predilecta de Coatepec, Coatepec, Círculo
Cultural Regional Coatepecano, 2016, 38 min.
[4] Germán Ceballos Gutierrez
y Héctor Miguel Sánchez Rodríguez, “Edición y cronología” en Rincones Románticos. Una antología general,
México, FCE-FLM-UNAM, 2017, pp. 35
[5] H. Ayuntamiento de Coatepec, Programa de
actividades, 1° de junio de 1923.
[6] María Enriqueta Camarillo
y Roa, “Claroscuro” en Álbum sentimental, Madrid, 1926.