Ars ScribendiPLUMAS DE COATEPEC

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ

Comparte

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ

Aunque algunas personas pregonan a los cuatro vientos que han viajado al pasado para rescatar huellas de Coatepec, “la neta; como expresan los chavos banda”, siempre se tiene la obligatoria necesidad de consultar los apuntes que heredó “Tata Mateo, Félix C. Sánchez, memorias de Rafael Sánchez y algunas notas del teólogo–poeta Berna Villarreal, nómada que difundiendo la palabra de Dios llegó a esta tierra a la que llamó “Paraíso” y ya no se marchó, se quedó definitivamente.

 

            Algunos amigos me persuadieron para escribir algunas líneas acerca de la capilla erigida en el barrio de la luz, por esta razón la visité. El silencio de esta edificación, en realidad posee voz y en las horas en las que no es muy concurrida, en profundo silencio parece susurrar con cierta musicalidad, su propia historia. Sin embargo, preferí hacer oración para no condenarme por incurrir en cierto pecado, al profanar las valiosas páginas que, la pluma del sacerdote bernardo Villarreal, plasmó en letras las huellas de esta capilla que nació en el siglo XIX. Aclaro, consulté los hechos históricos, pero para narrarlos utilizo mis propias palabras. La hoja de papel es limitada, por esta razón seré muy breve, solo una síntesis de esta misteriosa historia que parece un cuento de árabes.

 

            La historia posee la estructura similar de una leyenda. Un hombre llamado Gustavo Navarro fue apresado injustamente. Por la gravedad del supuesto delito lo condenaron a muerte. Sintiendo que la vida se le escapaba de su cuerpo se volcó con cierta desesperación, pero también con fervor encomendándose a una virgen que llevaba consigo en forma de estampa. La energía de su fe fue tan fuerte que llegó hasta la alcoba del gobernador veracruzano Teodoro A. Dehesa, quien vivió la alucinación de la visita de elegante dama solicitando el indulto del preso, la abogada divina uso todos los recursos defensores. El gobernador de inmediato perdonó la vida del sentenciado y lo dejó en plena libertad.

 

            Ya en su hogar, Gustavo hizo una manda de construir una ermita en el barrio que por ese ayer se llamaba Jacomulquillo, cuna de tres populares campesinas, “Las Tres Marías”. Lágrimas y emoción conmovieron a sus vecinos, amigos y familiares por esta idea en aras de levantar un oratorio en ese lugar. El señor Camilo Hernández y su esposa Luisa Ortiz donaron una fracción de terreno para la noble causa. El ayuntamiento aprobó la construcción y don Gustavo liderando un grupo de personas se entrevistaron con el tercer obispo de Veracruz, Dn. José María Mora y Daza; el jerarca de la iglesia inmediatamente otorgó el permiso para esta obra que inició en el año 1883, en la época porfiriana.

            En sus inicios sumamente humilde esta capillita, cercas de madera, techo de tejas a dos aguas, que con la futura donación de otra fracción de terreno que hizo la señora Cecilia Murrieta, la obra se amplió. Tres albañiles forman parte de esta historia de construcción: Felipe Godínez; su hijo Luis y Carlos Navarro, apoyados por numerosos voluntarios que cada vez se sumaban para ver culminada la obra. Abrieron cimientos, elevaron bardas y columnas, poco a poco en el devenir del tiempo iba acomodándose la construcción a lo que los planos indicaban.

 

            La muerte cegó la vida de la pionera Luisa Ortiz, pero heredó su pequeña fortuna en aras de las mejoras que iría requiriendo esta casa oración que albergaría a la virgen de la luz, claro está que la verdadera mansión de la intachable dama es el corazón del feligrés.

 

            Un 26 de abril de 1895 ya en funciones el cuarto obispo Dn. Joaquín Arcadio Pagaza (Por naturaleza inspirado poeta) bendijo solemnemente la iglesia ante la gente que participaba emocionada de ese sueño hecho realidad; pero más desbordante la emociones que vivía el señor Gustavo Navarrete igual don Camilo Hernández, distinguido vecino de ese barrio. La oración fue el vínculo sustancial para fortalecer esos emotivos momentos. La virgen cuya imagen ocupaba la estampa que siempre acompañaba al ex reo fue la que dio nombre a esta capilla, Nuestra Señora de la Luz.

 

            Sus primeras medidas son seis metros de frente por veinticinco de largo. El futuro fue embelleciendo su arquitectura: arco ojival, pórtico, ventanas para iluminación y corriente de aire, bóveda, altar pulido en cedro, el retablo que acuna a la virgen, campanario entre otras mejoras que fueron vistiendo la iglesia tal y como se conoce en la actualidad.

 

            En los apuntes de don Félix C. Sánchez comenta que en el año 1857 don Eduardo Navarro, en una reunión con los señores: Camilo Hernández; José María y Román Castillo y Martiniano Hernández, les propuso la edificación de un templo religioso en ese barrio que conducía a lo que llamaban tierra caliente. Los convocados estuvieron de acuerdo y el 3 de marzo de 1876 se solicitó permiso a las autoridades religiosas de la ciudad de Xalapa. La obra dio principio en un terreno de 10 varas a las que se sumaron cuatro más por donación de la señora Cecilia Murrieta. La obra comenzó en el año 1878 y su precaria construcción finalizó en 1991. Un 31 de octubre se ofició la primera misa por el cura Francisco Flores, (Está dudoso, porque el sacerdote Flores cumplió su periodo en 1871 y por la fecha que se celebró la primera misa fungía como párroco de san Jerónimo Don Anastasio Sedas). Se continuó la obra con ayudas de voluntarios, la obra se concluyó el 26 de abril de 1995. El barrio ya tenía iglesia, aún se escucha la resonancia de los aplausos.

 

            Sí visitas la iglesia en momentos que la acompaña la soledad es posible que vislumbres en ese espacio una historia escrita por gente de bien, que implorando las bendiciones divinas han cumplido con fe y amor un legado religioso para futuras generaciones. Es la calle de la luz en honor a la virgen, sin importar que tiene un nombre oficial por las autoridades municipales, pero el barrio se siente más nostálgico y cimentado en la fuerza espiritual de aquellas personas pioneras que colocaron la primera piedra y tal parece que viento mece lentamente un poema de amor en ese espacio porque siempre tendrá una historia que compartir.

 

 rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx