Nueva carga fiscal con la cual lidiar
Nueva carga fiscal con la cual lidiar
Por José Yunes
La semana pasada, el pleno de la Cámara de diputados, con los votos de la
mayoría de los grupos legislativos de Morena, PVEM y PT, aprobó la Ley de
Ingresos de la Federación, la miscelánea fiscal compuesta por leyes de
impuestos a la renta, al consumo, especiales y el Código Fiscal, así como la
Ley Federal de Derechos.
Este proceso legislativo tiene una importancia vital para la económica
nacional. La política fiscal es un instrumento de decisión pública con el que
cuentan los gobiernos ejecutivos para influir en el crecimiento y en la
estabilidad económica de las circunscripciones donde ejercen autoridad.
Para el país, las decisiones
tributarias y de gasto abren una posibilidad para prevenir los efectos
negativos asociados a los ciclos económicos. En épocas recesivas se deben
aligerar las cargas tributarias y expandir el gasto público con el propósito de
acelerar el desempeño de la actividad económica. Éste debió haber sido el
objetivo primario al momento de analizar y aprobar las disposiciones fiscales
para el ejercicio del año 2022, pero la mayoría representada en la Cámara, dejó
pasar la oportunidad de ajustar el marco tributario al momento económico que
atraviesa el país, a costa de la desaceleración de la economía y de una mayor
generación de empleos.
Los últimos datos del IGAE, para
agosto del 2021, evidencian que concluyó el rebote económico posterior a la
caída del PIB por más de ocho puntos en el 2020 y la economía perdió impulso.
El paquete económico debió diseñarse considerando este entorno y liberando al
sector productivo de ciertas cargas fiscales. Lo que se aprobó el pasado 20 de
octubre apunta, lamentablemente, hacia la dirección contraria.
Se incumplió la promesa de no crear
impuestos nuevos, ni modificar las tasas existentes. El régimen tributario
vigente del ISR que rige a las personas físicas con actividades primarias,
cuyos ingresos anuales fueran inferiores al millón 300 mil pesos, tiene una
exención total del pago del impuesto. No pagaban absolutamente nada. Con la
nueva disposición, el techo se redujo a los 900 mil pesos y ahora quienes se
encuentren en el rango de ingreso anual entre 901 mil y un millón 300 mil pesos
deberán pagar una tasa de entre 2 y 2.5%. ¿Acaso esto no es un nuevo impuesto
para los productores del campo dentro de ese rango de ingreso?
En el régimen tributario vigente del
ISR, los agricultores, ganaderos, pescadores y silvicultores cuyos ingresos se
encuentren entre un millón 301 pesos y los 13 millones 900 mil pesos deben
pagar una tasa preferencial del 21%. Con la nueva disposición, la tasa a pagar
aumenta hasta la máxima posible del 35%, a partir de 3.5 millones de pesos de
ingresos anuales. ¿De verdad, puede sostenerse el argumento de que no se
modifican las tasas existentes?
Gravar 14% más el ingreso de los agricultores, ganaderos, pescadores y silvicultores medios es un golpe desproporcionado, no sólo a su nivel de vida, sino a la economía nacional en su conjunto. Son ellos quienes explican con su trabajo la productividad del campo mexicano. Son ellos quienes producen la tierra sin recibir ningún apoyo gubernamental directo y cuya única ventaja fiscal se desvanecerá con estas medidas recientemente aprobadas. Son ellos quienes iniciaron la recuperación económica del país después de la crisis y que a partir del primer día del año próximo tendrán una nueva carga fiscal con la cual lidiar.