¿Nuevas cartas en la mesa?
Pedro Peñaloza
“Para que no se pueda abusar del poder,
es preciso que el poder detenga al poder”.
Montesquieu.
1. Peña: la hora de las definiciones o de la parálisis. El licenciado Peña Nieto tiene frente a él varios dilemas que se agolpan y entrecruzan. El asunto del «Chapo» es una fractura sin cura a su Gobierno, aunque lo reaprehendieran, el panorama es más que complicado en la relación con sus empleados y con el Departamento de Estado norteamericano. El notable abandono al sistema penitenciario no ha hecho más que evidenciar la simetría con el calderonismo. Sus paradigmas son gemelos y sin siquiera matices. Le estalló en la cara al inquilino de Los Pinos y solo balbucearon pretextos desde el poder. En el frente interno, su partido vive un proceso de confrontación subterránea y de ausencia de definiciones. Peña no sabe qué hacer con Beltrones, mientras Beltrones sí sabe que es lo que quiere. La ausencia de definiciones del titular del Ejecutivo ha provocado dejar acéfalas áreas de Gobiernos, específicamente Subsecretarías, y ha permitido que sus secretarios actúen con cotidiana torpeza. La realidad, es que el Presidente no ha ejercitado la capacidad de mover fichas, reconstruir equipos y fomentar iniciativas renovadoras y frescas. Es un Gobierno gris, sin señales de renovación y con complicidades consentidas y aceptadas.
2. Oaxaca: un ensayo para gobernar. La desaparición de la IEEPO debe ser vista como el banderazo para aislar, y en su caso reprimir, a los dirigentes de la Sección 22. La operación fue montada. Los medios televisivos y periodísticos actuaron a la «antigüita», desarrollando una campaña concertada y coordinada para destacar el mismo libreto, la presencia de Chuayffet, de Robles y hasta de Eduardo Sánchez en Oaxaca, sintetizaron la simbología del poder central y la satisfacción de los planes largamente acariciados, a saber, desmantelar a una facción sindical que estaba torpedeando una de sus más codiciadas joyas legitimadoras. Lo que parece seguirá, es recetar otras medicinas a los grupos de la CNTE en Michoacán, Chiapas y Guerrero; para cada caso, ya tienen sus tratamientos, que como se sabe cuentan con un paquete que va desde la intimidación, la compra y la detención directa. Ya se verá la sintomatología del «paciente». Se asoma los métodos del viejo PRI, que aunque nunca se fue, se maquilló «de moderno».
3. Economía y voluntarismo: artificios desesperados. Los problemas estructurales de la economía mexicana también no han sido tocados a fondo. Las llamadas Reformas Estructurales de la administración peñista, se han convertido en paraguas demagógicos contra la anemia del crecimiento, sus promesas de «un país mejor» no se ven en el horizonte sexenal, lo que complicará confeccionar propuestas para cautivar electores en el 2018. Las inercias sufragistas son inimaginables. Sin embargo, el largo lastre, traumático y trepidatorio de la desigualdad social es la sombra «de carne y hueso» que acompaña por todos lados a una clase política gobernante incapaz de ofrecer algo más que lugares comunes y fuegos fatuos a la estabilidad macroeconómica.
Epílogo. Las cartas ya están sobre la mesa. Un Presidente que busca revertir su bajísima popularidad con «mano dura», que no puede ofrecer más. El laboratorio oaxaqueño busca recuperar su precaria gobernabilidad. Ya no es tiempo de pactos ni de «manos suaves», el joven imberbe está presto a erigirse como un mandatario que porte la bandera del positivismo porfirista, «orden, mucho orden, aunque no haya progreso». Los analistas del régimen ya debieron haber calculado este nuevo capítulo del Gobierno. El cuarto de guerra peñista ya sacó su calculadora para proyectar los costos. Veremos.
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