NUEVOS FORMATOS, NUEVAS NARRATIVAS
NUEVOS FORMATOS, NUEVAS NARRATIVAS

Durante muchos años, en
municipios como Coatepec, las jornadas electorales parecían más bien
plebiscitos. Más que una competencia real entre propuestas se trataba de
validar decisiones tomadas desde antes, en lo alto.
Incluso cuando no fuera
así, parecía que el poder local —salvo contadas excepciones— se repartía entre
élites, grupos con intereses comunes o acuerdos silenciosos. La ciudadanía
apenas figuraba como invitada de piedra a un espectáculo que no la interpelaba,
pero, esta vez, algo cambió:
Lo que vivimos en
Coatepec no fue solo una elección, fue una conversación. Una que, aunque
todavía se encuentra en construcción, mostró signos de vida democrática en su
sentido más amplio: el de la participación directa, la emoción compartida, la
recuperación de la voz popular. Ahí, en ese giro, también cambió la narrativa.
En términos de
comunicación hubo una verdadera apropiación de herramientas digitales por parte
de la candidata y los candidatos, algo que parecía ajeno y además lejano de la
política local. No solo subieron fotos o compartieron comunicados. Hubo quienes
hicieron reels, buscaron contar historias, mostraron su día a día,
promovieron sus propuestas desde una lógica más cercana al ciudadano que al
comité de campaña. Se realizaron lives, podcasts, publicaciones con
estética y lenguaje pensados para plataformas como Facebook o Instagram. La
política coatepecana se volvió scrollable.
Un prosumer (persona
que, además de ser consumidor, también actúa como un productor de contenido,
ideas y opiniones, etcétera) puede apreciar que, en esta
ocasión, más allá del formato, lo que sufrió una modificación sustancial fue el
lugar desde el que cada aspirante tuvo a bien comunicar.
Si antes todo se decía
desde arriba —desde el templete, el boletín, o los perfiles oficiales— ahora se
empezó a hablar desde abajo, desde el territorio, desde la experiencia. No fue
perfecto ni homogéneo, pero sí fue notoriamente distinto. Y ese “distinto”
importa.
La impronta de la
política digital en Coatepec no estuvo en informar, el ahora ganador de la
contienda entendió desde el principio que la mejor idea siempre es conectar,
¿cómo? haciendo sentir parte a quienes por años fueron espectadores pasivos de
una democracia lejana. Se trató de involucrar al vecino, de devolverle el
rostro a la política, de abrir espacios donde las personas pudieran verse
reflejadas.
Desde la comunicación,
esta campaña logró algo inusual: responder en tiempo real, sin estridencias, a
los intentos de confusión y a los ataques más delicados. Mientras algunas
estrategias apostaban por el descrédito, la desinformación o el miedo, hubo quien
eligió responder con cercanía, autenticidad y constancia. No se trató de negar
lo que pasaba, sino de tomarlo como punto de partida para profundizar el
contacto con la gente.
Ahí, donde otros veían
desgaste, él encontró una oportunidad.
Cada narrativa falsa
fue una chispa que encendió conversación en la comunidad, pero también fue una
puerta para aclarar, conectar y reforzar el vínculo. El terreno se volvió
pedregoso, pero la respuesta fue firme y sin perder el tono. No se trató de
resistir por inercia, sino de convertir cada intento de guerra sucia en un
trampolín para consolidar confianza.
A diferencia de
campañas anteriores, donde los ataques solían minar voluntades o fragmentar
proyectos, esta vez ocurrió lo contrario: los golpes ayudaron a consolidar una
identidad. Lo que nació como defensa, terminó siendo una afirmación colectiva.
La narrativa del “nosotros” se impuso sobre el intento de dividir.
Hubo estrategia
digital, sí, pero también hubo intuición política. Se entendió que el objetivo
no era solo informar, sino generar comunidad. Y eso se logró mostrando lo
cotidiano, lo humano, lo que rara vez se ve en la política tradicional: la
emoción, la duda, el trabajo, el esfuerzo compartido.
En medio del ruido, se
eligió escuchar. Frente a la descalificación, se prefirió caminar. Cuando se
intentó imponer el miedo, se respondió con esperanza. Esa fue la diferencia.
Lo vivido en Coatepec
no solo transformó una elección: transformó la forma de hacer política local.
Porque más allá del resultado, lo que quedó claro es que cuando se habla con
verdad y se camina con la gente, ninguna mentira puede echar raíces por mucho
tiempo.
La política está
cambiando. Y lo que se acaba de vivir es solo el comienzo.