NUEVOS TIEMPOS, VIEJA POLÍTICA
NUEVOS TIEMPOS, VIEJA POLÍTICA
Por Uriel Flores Aguayo
Pasa
el tiempo, es normal, todo cambia, menos la práctica política. Con otros
rostros, o los mismos, y otros colores, sigue igual. Los métodos
persuasivos son los mismos de antes, viejos. No están pensados para
ciudadanos; van dirigidos a seres anónimos cuya individualidad únicamente
resalta para efectos grupales y de votos. Incluso Morena, en sus jefaturas, que
no liderazgos, se contaminó prematuramente y no ofrece alternativa a lo
tradicional y vetusto. En general los partidos políticos andan en las mismas y
lo debemos lamentar por el papel central que ocupan, teórica y legalmente, como
vehículo de las demandas ciudadanas. Es ocioso condenar a los partidos pues
serán parte del sistema político por los siglos de los siglos, aunque sí se les
debe exigir apertura y mínimos de ideas. Es un deseo que en el futuro
contemos con partidos democráticos y definidos ideológicamente en lo general
para pensar en una vida democrática sustentable y cualitativamente
superior.
El
viejo partido de Estado y hegemónico, el PRI, y los partidos de la transición
democrática, PAN y PRD, recibieron una sacudida casi mortal en la elección del
2018. Fueron barridos por el factor AMLO, construido perseverantemente durante
unos treinta años desde las dirigencias partidistas y la jefatura del Distrito
Federal. De esa elección surgió Morena como fuerza dominante en grado
avasallador. Más allá del programa Obradorista y la consolidación de su figura
desde el ejercicio del poder, el partido Morena se emparejó rápidamente en
vicios y deformaciones con el resto de partidos. Ya es parte de la crónica
crisis del sistema mexicano de partidos: de autoconsumo, patrimonialistas, sin
ideas y a espaldas de la ciudadanía.
El
actual panorama político en XALAPA es ilustrador de un determinado nivel de la
praxis política, la real polítik. Abundan las actividades ventajosas e
inmorales de una serie de actores políticos, viejos y nuevos, que persiguen
posicionarse socialmente para efectos electorales. Engañan y, por tanto,
desnudan sus intensiones antidemocráticas. Estaremos de acuerdo en que el fin
no justifica los medios, para no seguir patinando en la simulación y
empobreciendo nuestra vida pública. Se creen listos y anuncian claramente sus
verdaderas intenciones. Estamos inundados de operadores y pragmáticos. Su
oferta es la política añeja, la de los cínicos. Hay varios casos que debieran
señalarse, algunos cercanos al humor negro, otros con relativa justificación
por los cargos de sus promotores. Es de enorme curiosidad estar observando sus
niveles de inventiva para disfrazar sus intenciones.
De
los cuatro o cinco casos más visibles, hay otros menores o marginales, destaca
el despliegue impresionante de propaganda del lema de la «cuarta transformación».
Son cientos de bardas, taxis y autobuses los que tienen esa publicidad en un
alarde de recursos económicos y la misma prepotencia que mostraba el PRI en sus
años dorados. Es un derroche insultante y poco eficaz. Es una declaración de
desprecio a la legalidad, a los valores democráticos y a la ciudadanía. La
conocida técnica de la saturación está desfasada y tiene sentido experimental
con ratones, no para personas. Lo hacen porque pueden hacerlo pero
evidentemente no lo entienden. No hay que obviar el acto de corrupción que
supone tal despliegue propagandístico, pues no identifican la responsabilidad
de los promotores, que no ponen Partido, y, por tanto, no se fiscaliza ni
informa del origen de los recursos, pudiendo suponerse que provienen de fuentes
dudosas. Toda persona que porte esa publicidad, ejemplo con medallones en autos
o lonas en casa, está siendo partícipe de una cadena de corrupción.
Afortunadamente
la elección municipal da mayor importancia a la persona de los candidatos y
candidatas. Es importante la tendencia partidista, que sube o baja confirme el
perfil de sus candidaturas, pero no es definitiva. Por más fotos y lemas que se
reproduzcan hasta la saciedad no habrá incidencia electoral si las figuras de
los y las aspirantes son artificiales. La próxima elección municipal es una
buena oportunidad de plantear agenda y figuras auténticamente ciudadanas.
Recadito: las
candidaturas oficiales no contarán con los factores gubernamentales más
cercanos.