OBRAS INCOMPLETAS
OBRAS INCOMPLETAS
René
Sánchez García
(En
memoria de mi amigo Zoza)
Este
24 de febrero, mi celular me recordó que sería otro cumpleaños más de mi amigo
Julio César. La pandemia del Covid-19 le arrebató la vida, misma que se
encontraba en su mejor plenitud como escritor. Su afición era escribir relatos,
por ello se le veía siempre por las calles de la ciudad, platicando. Es casi
seguro que dentro de aquellos diálogos surgieron las ideas para plasmar todas
esas historias de vida interesantes, que gustaba leerlas. También sabía de
arte, poesía, fotografía, periodismo cultural, cine y teatro, pero mucho más de
literatura nacional y latinoamericana de corte fantástico.
La última vez que
platicamos fue en pleno invierno del año 2020. Fue allí, donde bastante
emocionado, me mostró los borradores de su próximo libro. Recuerdo bien que
mencionó se trataba de una recopilación de 50 relatos nuevos y que le agradaría
que su Alma Mater, lo publicara en 2 tomos, precisamente dentro de su colección Biblioteca del Universitario. Entendí
que se trataba de una innovación literaria para los lectores principiantes, ya
que los motivaría para convertirlos en corto tiempo en apasionados de las
letras, tal y como él lo fue siempre en vida.
Entre aromas de café y
panecillos salidos del horno, mi amigo Julio César, me leyó uno de sus tantos
relatos. Si no mal recuerdo se titulaba “Las profundas orillas del mar”, donde
se relatan las múltiples impresiones que, a una joven estudiante de Artes, le
causó una pintura expuesta en una galería. Ese “algo” que observó la
estudiante, resultó con el tiempo una obsesión, quizá formativa o fatal, pues
durante todos sus semestres restantes, los temas de sus comentarios giraban
siempre sobre algún detalle nuevo encontrado dentro de dicho cuadro, lleno de
fuertes olas y mareas.
En esa lectura que me
convidó mi amigo (que próximamente cumplirá 5 años de haber partido) pude notar
que su estilo de escritura estaba lleno de ficciones, finamente mezclados con
asuntos de ciencia, filosofía, arte, literatura, música, cine, televisión y
redes sociales. Todo su texto estaba lleno de cuestiones mágicas e
imaginativas, sin perder el acontecer social del personaje central. Sólo que no
había dentro de esa narración ese final único o alternativo que todo lector
espera de un relato bien construido. De allí precisamente el nombre de Obras Incompletas. El primer volumen se
titularía de los inicios y el segundo sería el de
los finales.
Según Julio César, el
lector adquiriría el primer lector (gracias a un buen, motivador e interesante
prólogo) y se vería en la imperiosa necesidad de comprar el segundo. De esta
manera se provocaría el interés de continuar leyendo, no sólo la mitad de los
relatos, sino de saber la continuidad de los finales, que en ocasiones serían
únicos y en otros alternativos o a gusto del lector, como hoy en día se
acostumbra. Aquí lo importante era romper con lo tradicional de publicar todo
lo hecho por algún autor, como ha sido los casos de Borges, Paz, Vasconcelos,
Monterroso o Alfonso Reyes, donde el Fondo de Cultura Económica les ha editado
su pensamiento completo (Poesía, Ensayo, Artículos, Reseñas, Cuentos,
Discursos, etc.) en 8 o más tomos.
Lo cierto, aunque no
debería mencionarlo por respeto a su ausencia física, es que mi amigo Julio
César, en su plática dejó entrever, de manera muy, pero muy secundaria, el
logro de un beneficio económico futuro. “Pues la verdad no es lo mismo vender
un tomo que dos…”