Oposición en venta
Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
Mientras que no
parece haber pifia, abuso, desfachatez, arrebato o corruptela que mengüe la
popularidad del actual presidente de México, misma que hasta ahora ha logrado expandir
hacia su partido a la hora de las votaciones, los partidos de oposición se
desmoronan y comienzan a doblarse a cambio de no desaparecer.
La reunión que
aquello que en Acción Nacional llaman el “Sistema PAN” –dirigencia nacional,
coordinadores de grupos parlamentarios de ambas cámaras, entre otros- sostuvo
con el secretario de Gobernación Adán Augusto López esta misma semana, en la
víspera del cierre del Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Congreso de la
Unión, dio la impresión más de una claudicación que de una negociación.
A diferencia del
discurso de campaña y del inicial de la actual Legislatura federal, de rechazar
las reformas electoral y eléctrica impulsadas por el gobierno de Andrés Manuel
López Obrador por lesivas para la democracia, las libertades, la inversión
privada y el medio ambiente, ahora los panistas están en disposición de
establecer mesas de trabajo supuestamente para “dialogar” sobre las iniciativas
de un presidente al que le gusta que no se les mueva “ni una coma” a las mismas,
y que para lograrlo gusta de amenazar.
Sin pensarlo mucho puso
el PAN sus verdaderas cartas sobre la mesa: el dirigente nacional Marko Cortés
–el mismo que desde ahora ya dio por perdidas prácticamente todas las
elecciones estatales del año entrante- pidió al secretario de Gobernación evitar
la persecución y fabricación de delitos contra la oposición, y en particular
contra el ex candidato presidencial Ricardo Anaya y el gobernador de
Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca.
Al colocar temas
del ámbito judicial en medio de una negociación política, Acción Nacional se
puso la soga al cuello, pues reveló su ángulo más débil y en el momento que
quiera, el régimen atacará precisamente por ahí para someter a un panismo
desdibujado, ausente de liderazgo y sumido en la que quizás sea la más profunda
división de su historia.
En las mismas anda
el PRD. Su dirigente nacional, Jesús Zambrano Grijalva, dijo el pasado fin de
semana en Xalapa que están dispuestos a hacer lo mismo que el PAN –“negociar”
las reformas presidenciales- a cambio de que se deje en libertad a los “presos
políticos” del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, especialmente el ex líder
estatal, ex diputado local y federal y ex secretario de Gobierno Rogelio Franco
Castán.
Misma lógica,
mismos resultados. Aunque en su caso, desde un partido que no se ha extinguido
gracias a las coaliciones electorales en las que participa, pero cuyo poco peso
se termina por anular a sí mismo por la facilidad con que los candidatos que
postulan se dejan comprar por Morena cuando acceden a cargos de elección
popular, como las dos diputadas que nomás entrando a la nueva Legislatura local
–que pinta para ser todavía peor que la anterior, que ya es mucho decir- dieron
el salto a la autoproclamada “cuarta transformación”.
Y el que ya es un
caso psiquiátrico –por aquello de la doble, triple y hasta cuádruple
personalidad (y moral)- es el del PRI. El sábado, durante su asamblea nacional,
lo mejor que se les ocurrió fue declararse partido de centro-izquierda para
acercarse a Morena –que ni de izquierda es- y jurar que les “impusieron” el
“neoliberalismo” como “ideología”, al cual “gallardamente” decidieron “darle
una patada”. ¡Oh, bienaventurados sean los arrepentidos, porque de ellos será
el reino de las prerrogativas! Y si no lo cree, pregunte en la Secretaría de
Finanzas de Veracruz.
Movimiento
Ciudadano se vende a sí mismo como una “tercera vía”. Y aun cuando sus
postulados y propuestas suelen acercarse a la socialdemocracia, el pragmatismo
radical de su líder, el ex gobernador veracruzano Dante Delgado Rannauro, lo
hace poco confiable y a veces muy cercano al juego del “tonto útil” del
régimen.
Con todo, pareciera
que Movimiento Ciudadano es la única opción medianamente opositora –PVEM y PT
son meras sanguijuelas de quien les garantice supervivencia- con posibilidades
de crecer de aquí a 2024, aunque difícilmente todavía para considerarle con
tamaños para disputar verdaderamente el poder al lopezobradorismo, cuyo
antídoto pareciera que solo podrá surgir de sus propias entrañas.
Con esa oposición,
para qué queremos enemigos.
Asueto
La Rúbrica y su
autor se tomarán el necesario descanso de fin de año para recargar energía,
regresando a su publicación en enero. A sus lectores, lectoras y editores,
gracias y felices fiestas.
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