La Otra VersiónPLUMAS DE COATEPEC

PARA NO HACERLE TANTO AL CUENTO

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PARA NO HACERLE TANTO AL CUENTO

                                                                                                 René Sánchez García

Quienes dicen conocer lo más elemental acerca del Cuento, suelen mencionar que se trata de uno de los tantos géneros literarios más conocidos. Igual intuyen que es una narración breve o demasiado corta, sobre temas o hechos reales o ficticios y que tiene características, procedimientos y métodos bastante distintos a la de una novela corta o extensa.

En la escuela o en los libros de literatura, saben y dan por hecho que el Cuento está estructurado en tres partes sumamente importantes: Inicio, donde se deja ver el ambiente de la futura trama; Desarrollo o Complicación, donde la trama se torna densa, compleja o intrincada; y Desenlace, que no es otra cosa que el cierre de la narración. Sin olvidar que deben existir personajes, diálogos, tiempos, lugares y la trama misma.

Considero que hasta allí llega dicho conocimiento acerca de dicho género. Lo cierto es que cada Cuento se va construyendo de acuerdo con lo que exige. Como cada historia se origina de manera distinta, puede provenir de lugares diversos del inconsciente, de algo escuchado en la calle o de otra historia, ya sea ajena o personal. Cada historia implica exigencias particulares, de estilo, de técnica y de tensión. Todo adecuado a lo que se va a escribir y después a publicar.

La escritora Guadalupe Galván, menciona: “Cada Cuento exige ciertas cosas particulares. Algunos necesitan ir madurando a lo largo de los años y otros necesitan escribirse tan rápido como sea posible. Hay textos que se emprenden a partir del final o de una imagen muy contundente y hay otros que se crean como quien va abriéndose paso por un camino inexplorado, uno no sabe adónde van a ir a parar, no se sabe cuál va a ser la conclusión ni por donde se va llegar a esa conclusión”.

Esto del Cuento es todo un proceso donde paso a paso se debe aprender a crear personajes; crear acciones y atmósferas; a manejar cada una de las voces narrativas; potenciar el pensamiento creativo e imaginativo; retroalimentar lo escrito con las sugerencias de los que tienen ya experiencia; proponer diferentes finales para cada historia; observar y corregir los textos; pero sobretodo, no dejar nunca de leer la obra cuentista de los famosos en nuestro idioma y otros.

Ya lo dijo alguna vez Julio Cortázar, uno de los famosos creadores del Cuento fantástico latinoamericano: “Un cuento es como andar en bicicleta; mientras se mantiene la velocidad el equilibrio es fácil, pero si se empieza a perder ahí te caes y un cuento que pierde velocidad al final, es un golpe para el autor y para el lector”. Entonces, vayamos despacio para no hacerle mucho al cuento.

Sagare32@outlook.com