Ars ScribendiPLUMAS DE COATEPEC

PARA VIRGINIA COLORADO ESTÉVEZ

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PARA VIRGINIA COLORADO ESTÉVEZ

Lo que vas a leer a continuación no es la epopeya de un personaje mítico, tampoco un cuento de las mil y una noche. Es la historia de una persona común y corriente que también ocupa un espacio en la vida cotidiana.

 

            La luz comenzó a brillar en la vida de Virginia un 21 de mayo de 1938. Nació en el pueblo de Coatepec, Veracruz en un provinciano barrio distinguido por el nombre de la Quinta calle de Zamora, mucha gente le llamaba Buena vista porque desde ese punto se ofrece una panorámica del pueblo.

 

            Nació en la casa de sus abuelitos, señor Fulgencio Colorado, su trabajo era de campesino, Altagracia Landa, ella vendía verduras en el mercado municipal. Sus padres fueron don Aurelio Colorado y la señora Irene Estévez Piedra. Se rumoraba que don Aurelio fue el primer albañil del pueblo y el primero que introdujo un carro con material a esta provincia, no se sabe en qué contexto. Doña Irene se desempeñaba en los quehaceres del hogar. Virginia renació a la vida de Cristo en la pila bautismal de la parroquia de San Jerónimo, sus padrinos, Manuel Ochoa y Damiana Robles.

 

            Ella empezó a crecer en ese ambiente de floresta y de espíritu del campo, el barrio con casas sencillas, algunas de mampostería, otras de tablas, tejas y láminas, pero los vecinos se apreciaban y respetaban, Recuerda a doña Carmen Ronzón, a don José Solís, a la señora Balbina quien le vendió su casa a don Margarito Escobedo, a don Joaquín Casas y su esposa la señora Rosa; en su mente no se ha borrado la imagen de doña María Molla, madre de don José Flores. En fin, en esa época que mediaba al siglo XX el pueblo parecía ser un ensueño en medio de cerros y montañas bajo un cielo azul y el folclor de los campesinos.

 

            A la edad de cuatro años se fue a vivir con su tía Amalia. La señora radicaba en San Marcos de León, Municipio de Xico, Veracruz. Doña Amalia estaba casada con don Cipriano Sánchez y no procrearon hijos y sintió la necesidad de compañía. El matrimonio vivía en la cuesta del vaquero. Esa fue la razón de que Virginia se fue a un nuevo hogar, el cariño y el amor no le faltarían porque fue profundamente amada por la tía Amalia. San Marcos era en ese entonces una pequeña congregación de callejuelas de tierra, casas de tablas y algunas de mampostería, pero se respiraba el olor a tierra húmeda, el aroma campirano parecía ser parte de la vida de esos moradores. Virgen crecería rodeada de vegetación, de sol, niebla y lluvias.

 

            Virgen conoció la comodidad porque en esa casa no faltaba el dinero. Virginia recibió la educación primaria en la escuela de esa localidad, el liceo se llamaba “Dr. Eduardo R. coronel”, su primera maestra fue Amanda Contreras, en segundo año, Blandina Gómez, en tercero, Luz María Bello, en cuarto, Esther Mendoza y en quinto y sexto grado, Francisco Galván Rivera quien al paso del tiempo llegó a ser Rector de la Normal Veracruzana. A Virginia le fue imposible seguir estudiando porque operaron de ulcera en el estómago a su tía Amalia, la intervención quirúrgica estuvo a cargo de Doctor Jesús López Domínguez.

 

            El año de 1956 al enviudar doña Amalia se vinieron nuevamente a Coatepec, compró una casa y otras propiedades en su antiguo barrio de Zamora. En la región de la barranca de Teocelo quedaban las fincas heredadas por el difunto, Cipriano Sánchez, el Encanto, el huizache y el caballito.

 

            En el año de 1945 muere el papá de Virginia, el señor Aurelio Colorado. La muchacha comienza su aprendizaje en primeros auxilios en el Hospital Infantil, en la calle Miguel Rebolledo, permaneció tres meses y se fue de voluntaria al Hospital Civil, el fogueo fue intenso, llegaban muchos heridos de la región y laboraba de las siete treinta de la mañana a las nueve de la noche sin recibir paga alguna, solo cuando descansaba alguna enfermera la suplía y le pagaban diez pesos por jornada. Esta aventura la compartía con su entrañable amiga Gloria Cortina. Durante tres años aprendió demasiado demostrando mucha responsabilidad, al grado de que el Doctor José Polanco Ruiz la invitó a trabajar con él, porque abrió una clínica junto a la farmacia “Cruz roja”, ubicada en la calle Constitución. Una experiencia que le permitió conocer y tratar a la ciudadanía coatepecana, en el parto recibió a niños que con el tiempo se formaron como personajes de la sociedad de Coatepec. Seis años prestó su servicio con verdadero profesionalismo al Doctor José Polanco Ruiz. En el año de 1967 se casó con Alberto Neyra Panes, dos hijos nacieron de su matrimonio, el varón floreció, pero la niña a los pocos meses de vida se malogró. Al poco tiempo de su casamiento, su esposo se fue en busca del sueño americano y regresó 54 años después en un ataúd, ya con el cuerpo inerte para sepultarlo en su tierra natal.

 

            La vida sigue su curso, Virginia a lo largo de su existencia ha vivido horas alegres y otras amargas, pero ha transcendido al tercer milenio, tal parece ser una de las escasas sobrevivientes de aquella generación de su juventud.

Hoy, a la edad de 85 años, su presencia es familiar para propios y extraños, tarde a tarde se le ve haciendo oración en la cruz del callejón de Ayuntamiento, ella le tiene mucha fe al martirio de Jesús, pues mucho tiempo en su adolescencia estuvo pendiente de esta cruz que alberga toda una historia de fe en estos barrios. Virginia eleva oraciones y peticiones por su familia y por los vecinos del barrio, quienes la aprecian mucho.

 

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx