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PASEO EN LA ALAMEDA

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Jarochito

 

 

 

 

Este relato inicia con bellos recuerdos de mi infancia en Las Puentes, Veracruz. Hacia el año de 1956, el jefe de mi casa, adquirió en la tienda de Enseres Domésticos, propiedad de don Felipe Hákim Simón, un moderno radio-tocadiscos marca Stromberg Carlson, donde tuve el gusto de aprenderme todo el cuadrante, incluidas tres bandas de la onda corta; ahí escuchaba la T de Monterrey, la W de Ciudad de México y la XEU de Veracruz. Recuerdo muy bien la KL de Jalapa, así como la GR de Coatepec, donde Pascual Ojeda, y el profesor Julio García, le daban vuelo al micrófono con comentarios sobre la pelea del ratón Macías contra el argelino Alphonse Halimi, el causante de que a mi primo Alejandro Virués lo apodaran así: Halimí.

 

En mi memoria quedó cincelado el día que mi señor padre llegó con un disco LP titulado Paseo en la Alameda, de la Orquesta Típica de la Ciudad de México dirigida por Miguel Lerdo de Tejada. El Faisán, La Feria de las Flores, el vals María Elena, Las Bicicletas, eran el deleite de toda la familia. A causa de esa excepcional música, mi Jefe, don Julio, nos comentaba que Miguel Lerdo de Tejada, era un notable músico, compositor y arreglista, nacido el 29 de septiembre de 1869, en la ciudad de Morelia. De niño quedó huérfano de padre y la madre lo inició a la carrera eclesiástica, internándolo en el seminario de Morelia, donde el chamaco se daba vida tocando el piano; posteriormente siguió con estudios en el Conciliar de la Ciudad de México, carrera a la que renunció al darse cuenta que la estola y la sotana no eran para él.

 

Mi papá siguió charlando de que la madre, no tuvo reparo en ingresarlo en el colegio militar, pero a Miguelito el gusto no le duró, ya que, a los dos años de prácticas y estudios, abandonó a los castrenses, cuando le dieron la buena noticia de que era el heredero de los bienes de su tío, el jalapeñisimo expresidente de la República don Sebastián Lerdo de Tejada. Por situaciones familiares, la herencia nunca la recibió y con una mano atrás y otra adelante, se empleó como pianista y la adversidad le hizo lo que el viento a Juárez, al componer canciones que le redituaron jugosos dividendos. El remate del comentario, decía mi papá que, don Miguel murió en la Ciudad de México en 1941.

Esto viene a colación porque mi hija Mariana me hizo favor de enviarme un video donde el famoso vals titulado Alejandra del autor Enrique Mora, es interpretado al piano por mi nieta Gala. Tal fue mi emoción al ver mover sus dedos sobre las teclas, y escuchar los amables acordes, que me transporté al año que les platico, no pudiendo contener las lágrimas al ver en mi mente a mis hermanos, a doña Beda, a la abuela Josefina y a mi padre, sentados al lado del aparato deleitándose con las lindas armonías. Vaya regalo y vaya sentimiento. Gracias Marianita, me hiciste el día. Dios conserve a tus hijas y a tu esposo siempre sanos.    

 

Amigos, esta frase que me encontré, me agradó: “El placer es la flor que florece, el recuerdo es la aroma que perdura”. Qué fragancia tan complaciente, no totol.

 

¡Ánimo ingao..!

 

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz.

 

 

 

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